*Por Francois Villanueva Paravicino
José Saramago (1922-2010) es un escritor que me impresionó hasta idolatrarlo desde que leyera El evangelio según Jesucristo (1991), donde en las páginas iniciales de aquella aventura intelectual el narrador hace pericia de una prosa preciosa, rica y exuberante. Como adivinará el lector, la novela cobrará forma con la historia de José y María, y Jesucristo, desde un punto de vista artístico irreverente, desmitificador y desacralizador.
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Luego, llegaría a mis manos Ensayo sobre la ceguera (1995), que me recomendaría un amigo que había leído todo Jorge Luis Borges y que, con tanto bagaje lector y cultural, dijo que aquel best seller y Nobel de literatura le había cambiado la perspectiva de lo que entendía sobre la función del arte y la literatura.
Por ello, inicié la novela del portugués con gran expectativa y, terminada aquella obra literaria, el resultado fue que colmó las esperanzas que tenía. La historia comienza con la presencia de un hombre parado frente a un semáforo en rojo, quien súbitamente se queda ciego. Es el primer caso de una «ceguera blanca» que se expande de manera fulminante, con gran descripción prosística de los acontecimientos siguientes; es decir, como aquel mal se expande poco a poco en toda la urbe.
Luego de que aquella peste se expanda y acorrale a la población (que recuerda a la novela magistral de Albert Camus o de Daniel Defoe), los enfermos internados en cuarentena o perdidos en la ciudad, tendrán que enfrentarse con lo que existe de lo más primitivo en la naturaleza humana: la voluntad de sobrevivir a cualquier precio. Por ello, Ensayo sobre la ceguera es la ficción de un autor que nos alerta sobre la premisa casi eufemística pero de vital trascendencia humana: “la responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron”.
José Saramago traza en este libro una imagen aterradora y conmovedora de los tiempos que estamos viviendo. En un mundo así (con aquella peste de ceguera blanca), ¿cabrá alguna esperanza? El lector conocerá una experiencia imaginativa única. En un punto donde se cruzan literatura y sabiduría, José Saramago nos obliga a parar, cerrar los ojos y ver. Recuperar la lucidez y rescatar el bien moral son dos propuestas fundamentales de una novela que es, también, una reflexión sobre la ética del amor y la solidaridad.
La novela gira en torno a los siguientes personajes: el primer ciego y su esposa, el médico oftalmólogo y su esposa, la chica de las gafas oscuras, el viejo con venda negra en un ojo y el niño estrábico. Estos se conocerán en la clínica del oftalmólogo, pero estrecharán vínculos en el manicomio donde los tienen en cuarentena cuando ya empezaron a sufrir del “mal blanco”. En la cuarentena sufrirán un sin fin de vejaciones, violaciones y barbaridades, como también aventuras licenciosas y aterradoras, donde todas tienen una naturaleza apocalíptica. ¿Qué sería un mundo sin visión?
En efecto, ahora en épocas del coronavirus, qué pasaría si uno haría lo que diese en gana en plena crisis, decadencia y pandemia mortal. Aquella puesta en escena es lo que realiza José Saramago, pues uno puede ver que las personas que han sido atacadas por la ceguera blanca se descontrolarán, se matarán, perderán la cordura y la razón, casi enloquecidos en plena cuarentena. Es decir, un mundo donde prima el caos, el desorden y la falta de cordura; es decir, el mismo camino de la autodestrucción.
Sin embargo, hay una persona que mira, que es la esposa del médico, quién será la única guía de este grupo ciego. Ésta misma será la representación de la carga moral que debe tener uno con vista donde los demás no lo poseen, personificará el compromiso ético de la filosofía de la filantropía. Una novela magistral que busca la reflexión de las personas mostrándonos un mundo del caos, un mundo sin el sentido de la vista y, en general, donde se ha perdido la luz que ilumina el rumbo de la humanidad.
*Publicado en el diario Hocicón el 20 de febrero de 2020.
*Francois Villanueva Paravicino
Escritor peruano (Ayacucho, 1989). Egresado de la Maestría en Escritura Creativa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Bachiller en Literatura por la UNMSM. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra con el relato “Cazar una fiera” (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007). Textos suyos aparecen en la antología Recitales “Ese Puerto Existe”, muestra poética 2010-2011 (2013). Ha publicado el libro de relatos Cuentos del Vraem (2017) y el poemario El cautivo de blanco (2018); además publicó en Amazon su primera novela Los bajos mundos (2018). Cementerio prohibido (2019) es su cuarta entrega. Reseñas y textos literarios suyos han sido publicados en páginas virtuales, diarios, plaquetas, revistas y/o.