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La poesía moderna según Charles Baudelaire

Charles Baudelaire

Por Francois Villanueva Paravicino

El 2007, la editorial de la Universidad Autónoma de México (UNAM) publicó un libro de ensayos literarios del genio francés Charles Baudelaire, Crítica literaria, donde se comparten textos sobre Edgar Allan Poe, Gustav Flaubert, los dramas y novelas decentes, y donde desfilan nombres como Víctor Hugo, Moliere y otros maestros de la literatura. El estilo de los ensayos son de carácter confrontacional, polémicos y airados, pues postula lo que llamaríamos la poesía y literatura moderna; en detrimento de lo romántico, lo clásico y de las normas morales avaladas de su tiempo.
Este año se cumple el bicentenario de su nacimiento (1821) y, por ello, analizamos aquel librito de gran envergadura. Ahí existen afirmaciones contundentes, como “la buena forma y el buen gusto no son literatura”, que de por sí intrigan en todas las épocas y ante todos los escritores. Basta ver el alboroto por el Premio Espasa de Poesía 2020, otorgado a un influencer con más de sesenta mil seguidores en las redes sociales, el venezolano Rafael Cabaliere, cuya poesía parece sacada de los libros de autoayuda y superación personal, y solo se puede atisbar cierta originalidad en el encabalgamiento de los versos
También se destaca la afirmación siguiente: “El poeta o escritor debe batirse con los hábitos románticos: la inspiración, la intuición, lo sublime”. Aquellas concepciones del acto creativo son clichés que se han repetido desde las épocas de Homero, y que por tan tocados y conocidos ya no impresionan. El poeta maldito, como lo antologara Paul Verlaine, también sustentaba: “La literatura no debe ocuparse de los arquetipos del pasado; sino debe ocuparse más de las inestabilidades del presente”.
Según Baudelaire, el genio no se entretiene con los hábitos clásicos, sino con lo novedoso: “Plantado en el presente, observa y apunta”. “La literatura no solo es apolíneo o dionisiaco; sino ambos conjuntamente”, observa atentamente, y por eso sus poemas han trascendido durante mucho tiempo, por la destreza de las metáforas, la importancia de las imágenes, el juego de los símbolos, la sensualidad formal y otros artificios poéticos.
“El arte es útil, pero también pernicioso”, destaca, y como muchos otros críticos y entendidos, el célebre autor de Las flores del mal cree que la literatura enferma, complejiza, rebela al lector. “Hay que pintar los vicios tal como son, no adornarlos”, explica. Pero también llega lejos y, como una verdad aprendida por la experiencia (su propia vida), escribe: “La virtud es la condición sine qua non del éxito”.
En ese sentido, destaca que los premios no solo traen éxito, sino también desgracias: “Inventos del demonio, favorecen la hipocresía y congelan los impulsos espontáneos de un corazón libre”. Por ello, cuando analiza la obra de Edgar Allan Poe, llega a la conclusión de que la imaginación es la reina de las facultades: no es fantasía ni sensibilidad, sino una visión depurada e interiorizada de la vida.
Uno de los aportes que puntualiza, es que “la poesía no puede, so pena de muerte o de desfallecimiento, asimilarse a la ciencia o a la moral; no tiene por objeto la verdad, no se tiene más que a sí misma. Los modos de demostración de verdad son otros, y se encuentran en otra parte”. En ese sentido, explica que una verdadera obra de arte no necesita acusaciones. La lógica de la obra basta a todas las postulaciones de la moral, y al lector corresponde sacar las conclusiones de la conclusión.
“La inspiración llega siempre cuando el hombre lo quiere, pero no se va siempre cuando él quiere”, puntualiza y asume que del lenguaje y la escritura, tomados como evocaciones mágicas, son una especie de hechicería verbal. Además, es muy juicioso: “No desprecien la sensibilidad de nadie. La sensibilidad de cada quien es su genio. La mezcla de lo grotesco y de lo trágico es agradable al espíritu, como las discordancias a los oídos bien ejercitados”.
En ese sentido, exhorta: “Sé siempre poeta, hasta en la prosa. Comienza a abordar el asunto, y luego sírvete de la lógica y del análisis. Cualquier hipótesis quiere su conclusión”. En efecto, ser siempre poeta es la vocación vital que Charles Baudelaire lo experimentó en carne propia, y su vida demostró, como la de Oscar Wilde, Flaubert o Poe, que los éxitos literarios (como las grandes ventas, el buen prestigio social, o un estatus elevado) no siempre van de la mano con la calidad literaria; es decir, con aquella genialidad que aturde, muerde, embelesa, o atrapa al lector desde principio a fin.
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Francois Villanueva Paravicino
Escritor peruano (Ayacucho, 1989). Egresado de la Maestría en Escritura Creativa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Estudió Literatura en la UNMSM. Ha publicado Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019) y Azares dirigidos (2020). Textos suyos aparecen en la antología Recitales “Ese Puerto Existe”, muestra poética 2010-2011 (2013) y en diversas páginas virtuales, revistas, diarios, plaquetas y/o; de su propio país como de países extranjeros. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007).

Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.