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“Existen escritores que publican literatura indigerible”

quinto evanngelio

Afirma cuentista y novelista ayacuchano

Marco Cárdenas, el polémico autor de “Flor de retama” y “El quinto evangelio” (sus libros más comentados), nos concede una entrevista esclarecedora.  

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Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.

  1. Marco, tienes casi siete mil seguidores en facebook, ¿cuál es el precio de ser un “juez literario” en las redes?

He llegado a ser una especie de influencers en la literatura peruana casi por casualidad. Empecé criticando a las asociaciones y grupos de poetas y narradores que se reparten diplomas y reconocimientos literarios sin méritos ni fundamentos. Creo que hay un segmento notable de escritores que entendieron el fondo de mi objetivo y se han ido plegando, de alguna manera, a esta lucha. La literatura, en todos sus géneros, ha sido tomada por cuadrillas que no tienen ni idea de lo que es el arte de escribir. Publican basura indigerible. Y obvio, también han aparecido “editoriales” que no exigen rigor alguno.

  1. ¿Qué opinas del mundo literario ayacuchano y, en general, peruano?

Creo que la literatura ayacuchana tiene a la fecha muy buenos referentes como Urbano Muñoz, Daniel Quispe, Francois Villanueva, Elmer Arana, Luis Ayala, Pío Rodríguez Berrocal, Vladimir Pizarro, Javier María Olortegui, entre otros ensayistas y cronistas, pero todos andan, lamentablemente, dispersos. No se conocen ni entre sí. Incluso hay un novísimo grupo femenino. Sin embargo, si todos ellos no se proponen algo colectivo, no llegarán nunca al nivel que alcanzaron las letras ayacuchanas en décadas pasadas. Ayacucho es una ciudad que se presta para la ficción y el desarrollo del pensamiento. Confieso que veo, con cierta envidia, a los chimbotanos, huancaínos y puneños. Tienen varios grupos literarios y organizan muy buenos recitales. Con respecto a la literatura nacional, todavía lo veo incipiente como siempre. Los escritores de esta generación no se atreven a innovar nada. Viven sumergidos en sus cavernas existenciales.

  1. Hace poco tu libro “El quinto evangelio” recibió duras críticas. Lo condenaban a la hoguera. ¿Cuál es tu opinión?

Dijo el pintor Salvador Dalí: “Que hablen bien o mal, la cosa es que hablen de mí, aunque confieso que me gusta que hablen mal porque eso significa que las cosas me van muy bien. De los mediocres no habla nadie, y cuando lo hacen solo dicen maravillas”. Aunque no me gusta para nada el egocentrismo con que se caracterizaba el genial pintor español, creo hay mucho de cierto en sus afirmaciones. Los escritores noveles siempre se cuelgan de los conocidos para estar en vitrina. Pero el tiempo, juez infalible, pone a cada quien en su lugar. “El quinto evangelio” sigue vigente a pesar de sus 24 años. Eso aclara las cosas, ¿verdad?

  1. Tus textos tienen mucho de político. ¿Cuál es tu posición política?

Soy socialista por ciencia, consciencia y convicción. No comunista. Dadas las experiencias y la estructura genética de la especie humana, que es de por sí instintiva, salvaje y poco solidaria, el comunismo es la más grande doctrina, pero a la vez, la más imposible utopía. Somos una especie que no retiene valores en su memoria. La Revolución Francesa fue, quizás, el punto de partida más significativo en la historia de la humanidad. Productos del cartesianismo y los grandes enciclopedistas como Diderot, Montesquieu, Voltaire, Rousseau, entre otros, se entendió la democracia y el humanismo en su máxima esencia. Sin embargo, ese grandioso ciclo solo duró un par de siglos. El neoliberalismo, una doctrina absolutamente inhumana, se impuso en el mundo a fuerza de balas y publicidad engañosa. La Democracia y la República son ahora simples denominaciones. Vivimos en una especie de monarquía moderna. En la mayoría de países gobiernan solamente dos grupos políticos que se turnan el poder cada cuatro o cinco años, y muchos de sus miembros se quedan, en alguna de las cámaras, por tres o cuatro décadas. ¿Eso es democracia? Creo que ni en su etapa más incipiente, la democracia se había pintado más estúpida.

  1. El año pasado fue casi tu año perfecto. Quedaste finalista en muchos concursos. ¿Qué opinas de los premios?

Es cierto. Fui primera mención honrosa en el Concurso de Relatos “José Watanabe”, primer finalista en “El Huauco de Oro”, y finalista en el Concurso de Novela infantil de Editorial Altazor. Usualmente no participaba en esta clase de convocatorias, ahora lo estoy haciendo con un poco más de frecuencia. Respecto a los premios literarios, debo decir que no determinan en nada la calidad de los escritores ni de sus obras. Los relatos, poemarios y novelas ganadoras, pocas veces son recordados. Pero eso sí, no se le puede negar el valor publicitario que, de alguna manera, beneficia a la imagen del escritor.

  1. ¿Cuáles son los textos a los que vuelves siempre? ¿Tus influencias literarias?

No me gusta releer cuentos ni novelas. Prefiero quedarme con la primera impresión que me genera una obra. Si alguna vez vuelvo a un libro, empiezo a encontrarle errores y ciertas carencias. Pero claro, todos tenemos íconos. En mi caso, a los pocos que vuelvo, alguna vez, son a Maupassant, Rulfo, Valle-Inclán, Kafka y Ribeyro. En poesía, solo al hombre que fue más humanista que Cristo y más racionalista que Descartes: el gigante César Vallejo.

  1. ¿En qué nuevos proyectos vienes trabajando?

Por el momento estoy dedicado a terminar un libro de relatos y esperando que sea publicada la novela más ambiciosa que me ha tomado unos siete años concluirla. Se trata de una obra histórica titulada “Donde hablan los muertos”, ambientada en dos espacios de tiempo en Ayacucho: la primera década del siglo XX y los años 80 que marcaron la historia con la guerra interna. Aquí desarrollo el abuso de los latifundistas, la infaltable mala influencia de la iglesia, la tradicional corrupción de los gobernantes y la inexistencia del Estado para los pobres.