La literatura ayacuchana joven presenta novísimas voces que destacan por la personalidad propia que forjan sus trabajos líricos. Elmer Arana, Pedro Olórtegui, Luis Eduardo Ayala Pérez, Lisset Orihuela, Piero Castro, Santos Morales Aroni, Massiel Gutiérrez son los nombres que han despertado interés en la ciudad de las iglesias en los últimos años.
Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.
El poemario Diario de los suburbios, de Elmer Arana, publicado el 2010, se caracterizó por su irreverencia y urbanidad, modernidad y sacrilegio, en una tradición literaria conservadora. El primer poema del libro (“Umbrales de la insania”) tiene unos versos que ofrecen al lector una crudeza y oralidad torrenciales que, como la lava de un volcán, arde cuando lo sientes. “Si quieres saber de mí/ pregúntale a los domingos. / También saben de mí / las vírgenes y los lupanares”, reza la composición del vate, que con una fuerza irreprimible nos pasea por “mercados”, “arrabales”, “periódicos chicha”, “borrachos”, “orines”, “cobradores de combi”, “miserias”, y “hospicios”. Un arte urbano, pero que linda con los bordes, las orillas, las rejas, desde donde los excluidos, como los poetas, divisan la vida y se identifican.
“Vivo aquí, en las alturas” afirma el creador en su obra. Los andes asoman en la mente del leyente, pero líneas más abajo se construye la imagen no de un poblado menor, sino una ciudad que disfruta los beneficios de la civilización, como alude la mención de las “papas fritas”, las “luces de neón” y “cementos pulidos”. No obstante, la voz del artista se muestra disconforme, discordante, discrepante con esa realidad, y por ello asume el rol de la rebeldía, de la contestación, como se configura en todo el cuerpo del libro, revelándonos una vez más que la literatura es un arma del díscolo, que es una ballesta de la crítica.
Más que humor, existe sarcasmo, una risita sardónica que oculta tácitamente desesperación, una exasperación de largo aliento. El poema “El destierro de los suburbios” tiene como temática la muerte, cuya dialéctica es desarrollada con hilarantes artilugios, donde el personaje implícito desacraliza el símbolo usado por todas las religiones, por todas las culturas, y ahí está él, cortándole las “piernas”, orinándose a “su nombre”, intentando “golpearla”, “apretarla”, “viéndola sangrar”. Elmer Arana es un poeta con una voz auténtica y plausible.
¿Es Elmer Arana un “poeta maldito”? No estamos en la época finisecular del siglo decimonónico, pues ya en pleno nuevo milenio todos los tabúes, o así parece en occidente, se han derrumbado, ya no hay un moralismo oscuro que te puede condenar a la cárcel por ser heterodoxo, de distinta opinión, costumbre, credo, piel u otras consideradas grandes diferencias del pasado. El razonador heterodoxo es el intelectual por excelencia, como muy bien resaltaba Tomás Maldonado en su libro ¿Qué es un intelectual? Volviendo a la pregunta, ahora no existen poetas malditos, sino intelectuales condenados a la crítica de una sociedad repulsiva con el arte.
En la contratapa del libro, Ricardo Virhuez Villafane reseña: “En esta poesía late el cariño por la gente humilde que mira el mundo con dolor y emoción, con rabia y optimismo”. Un amor contradictorio, donde el amante solo recibe una ácida materialidad, donde los entes corpóreos son escenificados con palabras crueles y atractivas por su acritud. No hay versos de amor, de palabras dulces y susurradas con embelesamiento, sino condena y denuncia artística, gritos y reclamos contra la miseria humana, que revela que todo hombre, pobre o rico, bello o feo, inteligente o necio, ha llegado a sufrir en la soledad, sucumbido en la tristeza o la incomprensión, como todos alguna vez lo hemos percibido en carne propia.
Diario de los suburbios (2010) es un poemario intenso y complejo. Sus personajes son seres marginales, niños cuya voz se levanta imprecatoria, destinos destruidos antes de ser construidos: una imagen de nuestro país fragmentado y sangrante. Una suerte de sentimiento contradictorio donde el mundo es un espejo de amor, violencia y esperanza. (Este artículo salió el 2015 en un diario de Ayacucho).
Francois Victor Villanueva Paravicino
Escritor peruano (Ayacucho, 1989). Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007). Textos suyos aparecen en la antología Recitales “Ese Puerto Existe”, muestra poética 2010-2011 (2013). Ha publicado el libro de relatos Cuentos del Vraem (2017) y el poemario El cautivo de blanco (2018). Tiene diversas publicaciones literarias en antologías, revistas y diarios. Actualmente cursa la Maestría en Escritura Creativa de la UNMSM.