El escritor israelí Amos Oz (1939), voceado como fuerte candidato para ganar el Nobel de Literatura, afirma que el comienzo de un relato es siempre una ardua tarea para quien las piensa plasmar en una creación literaria; de ahí su valor fundamental. La hoja en blanco se forja como una lucha sin tregua, como sostienen ciertos escritores. Y aunque esto parezca una perogrullada, solo los más diestros dan fe certeramente de ello.
¿Por qué lo dificultoso del génesis? Porque serán las líneas verosímiles que tendrán el deber de atrapar al lector, de conducirlo de forma tajante y convincente al mundo que el narrador presenta y gusta desarrollar. Es un contrato entre lector y autor, donde ambos o alguno de ellos pueden salir ganadores o estafados, explica Amos Oz en su libro de ensayos y conferencias La historia comienza, donde analiza diez inicios de novelas o relatos de diferentes autores para destacar su funcionalidad.
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Lo que en teoría griega de creación literaria se llama in media res, el hombre de letras nacido en Jerusalén lo llama “En medio del camino de la vida”, citando a la Divina Comedia de Dante para explicar que es así como empiezan en realidad la mayoría de relatos, por no decir todos. La observación es plausible y exacta, y no merece peros en su contra.
Sin embargo, el gran aporte del autor de Una historia de amor y oscuridad (2002), en el libro párrafos atrás mencionado, lo logra por medio del análisis de esos diez textos, donde revela que un autor, en la maestría de su prosa, puede revelar desde el inicio de su creación, el mundo que ha desarrollar y estructurar en la páginas que la continúan y finalizan, como es el caso de Effi Briest de Theodor Fontane o En la flor de la vida de S. Y. Agnón.
También se puede revelar la pericia del escritor al hacer que el lector, luego de leer todo el texto literario, busque una explicación o una interpretación al desenlace en los párrafos iniciales del texto. Ese es el caso del cuento Un médico rural de Kafka.
Finalmente, Amos Oz es uno de los lectores convencidos de que la mejor forma de leer es la lenta, la gozosa y la provechosa. Como Jorge Luis Borges, Terry Eagleton, Harold Bloom, es partidario de la lectura placentera, hedónica y gnóstica. Por lo tal, lanza una indirecta a los eruditos o académicos que no hacen otra cosa que mezclar tecnicismos en algo que debe ser diáfano como el cielo de un prado exuberante.
Francois Victor Villanueva Paravicino
(Huamanga, 1989)
Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Actual miembro de la Asociación de Escritores de Ayacucho (AEDA). A los 18 años quedó finalista del “I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América: los jóvenes cuentan”. El 2013 fue antologado en el libro Recitales “Ese Puerto Existe”. Muestra poética 2010-2011. El 2017 publicó su primer libro Cuentos del Vraem. Tiene diversas publicaciones literarias en antologías, revistas y diarios. Su poemario El cautivo de blanco es su segunda entrega. Actualmente cursa la maestría de Escritura Creativa de la UNMSM.
