Por Fabrisio André Meza Prado
(Estudiante de Ciencias de la Comunicación de la UNSCH).
Francois Villanueva. El joven escritor ayacuchano, miembro de la AEDA (Asociación de Escritores de Ayacucho), ha impactado a novelistas, poetas y aficionados en la lectura por el estilo finamente cruel, fantástico y hasta algunas veces aterrador que aborda en cada uno de sus libros.
A los dieciocho años, en 2007, fue finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA – Casa de América “Los jóvenes cuentan”. Por ello, se motivó a continuar con su línea de primeros escritos: Cuentos del VRAEM (2017), El cautivo de blanco (2018), Cementerio prohibido (2019) y recientemente Los bajos mundos (2021)
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P: ¿Cómo nació la idea de ser escritor?
R: Recuerdo que mi padre, desde pequeño, me compraba libros por montón de los vendedores ambulantes. Así fue como me gustó leer de niño un poco de todo, como mitos, cuentos, leyendas, poemas. Hasta que un día decidí aventurarme con la escritura. Inicié con relatos cortos de fantasmas u ovnis para mis amigos. A través de Mario Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro y Gabriel García Márquez, obtuve la idea de dedicarme de lleno al mundo de las letras.
P: ¿Tuvo alguna preparación académica con respecto a su trabajo?
R: Sí, terminé la carrera de Literatura en San Marcos y también estudié una maestría en Escritura Creativa. La universidad te convierte en crítico literario con la teoría, pero mi preparación estuvo enfocada en perfeccionar cada técnica al momento que empezaba a escribir.
P: ¿Qué experiencia lo marcó en esos años?
R: Al estar en el pregrado, caí en una especie de psicosis porque me obsesioné demasiado por la lectura. Leía desde la madrugada hasta el caer de la noche. Pero no era por placer, sino por estresante obligación que me conducía a las puertas de la locura.
Bajo la pluma de este gran artista de las letras, el moldear historias, sus pesadillas, de aquellos muertos vivientes, monstruos o personajes del lumpen comenzaron a adquirir una personalidad y un nombre. He aquí los demonios de Francois.
P: ¿Cuál fue su propuesta en su libro de cuentos Cementerio prohibido?
R: Mezclar lo fantástico y a aterrador como producto de mi psicosis en la etapa universitaria. Al adentrarse en estas páginas, el lector se encontrará a sí mismo y a partir de esa mirada extraña observará a los protagonistas, el cómo desenredan sus tramas; convirtiéndolos en videntes de una experiencia única.
P: ¿Qué define a un escritor?
R: Como le mencionaba Kafka en sus diarios, todo artista debe estar dispuesto a sacrificar la buena vida por la escritura literaria. Es un trabajo y un esfuerzo doble. Si Kafka no escribía durante una semana, él estaba preocupado. Y cuando terminaba de escribir algo, era muy autocrítico con su prosa.
P: Cuénteme acerca de su relación con la AEDA.
R: En el 2014, la creación literaria me llevó a Huamanga, donde escritores de renombre de la AEDA me invitaron a formar parte de la institución; en especial Cristian León Gómez, que en ese tiempo era presidente. Aprendí mucho de las actividades que ofrecían: recitales poéticos, presentaciones de libros o congresos donde hablábamos del bello arte de la literatura.
P: ¿Alguna vez piratearon sus obras?
R: La verdad, sí. Sin embargo, creo que es un fenómeno que existe y siempre va a existir. En sí es malo por una parte, ya que no recibes ingresos económicos; aunque si la vemos desde otra perspectiva, resulta positivo, ya que tienes más lectores.
P: ¿De qué forma le ha afectado la pandemia?
R: Yo tenía ingresos económicos por la venta y promoción de mis libros en las ferias antes de la pandemia, aunque después, en la cuarentena, vendí unos cuantos en Amazon. La realidad, sin embargo, es que todo el circuito se ha visto afectado por el coronavirus: ferias, librerías, imprentas, bibliotecas. Fue una verdadera catástrofe.
P: ¿Tiene algún proyecto en mente?
R: Luego de Los bajos mundos publicado de forma impresa, pienso reeditar mi primer libro, Cuentos del VRAEM, que saldrá al público aproximadamente para agosto o septiembre.
Entrevista realizada en junio del 2021
