Como llama la atención del título de Ruffus tiene finura y otros cuentos igual de selectos (Editorial Apogeo, 2018), la palabra “selectos” hace mención a la elección de estos doce relatos que elaboró su autor por encima de otras creaciones propias, que ha ordenado en tres secciones tácitas: el realismo, lo fantástico y la ciencia ficción. Esta elección inteligente y acertada me llevó a pensar en la profunda sensibilidad literaria que existe en su autor como un buen escritor.
Escrito con un lenguaje conciso, directo y estéticamente fluido, Carlos de la Torre Paredes nos lleva a diferentes micro mundos donde la experiencia vital nos lleva a ver la realidad tal como es, como la metáfora del gallo de pelea Ruffus con la de un luchador que no pierde su estilo particular pese a los embates de la vida más dura y ardua que se da en un campo de batalla mortal. Ese estilo viene de prosapia, de abolengo, de sangre, y solo unos cuantos hombres se valen de él.
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También con gran verosimilitud y tensión pendiendo de un hilo argumental muy elaborado y destacado, Carlos de la Torre Paredes nos lleva en los laberintos (permítanme la emoción) de un soldado que ha de sufrir la traición amical al final de su existencia; es decir, quien le perderá y le matará. La traición, como lo fue de Marcus Junius Brutus con Julio César y de Judas con Jesús, siempre ha impresionado a los escritores, aquellos seres sensibles que como Shakespeare lo interpretaron como una gran tragedia.
Con cierto melodrama y tono más expresivo, el autor nos cuenta sobre el anhelo de un hijo de encontrar a un padre perdido que abandonó a su madre, quien no ha sabido ganarse su confianza y su cariño y al final le insta en esa aventura que terminará en un viaje, un largo viaje que también es la metáfora del cambio, de la búsqueda del conocimiento y de la maduración personal.
El cuento siguiente aborda el tema de la tauromaquia y su enfrentamiento contra las nuevas ideologías conservadoras que ven ese deporte como algo inhumano y cruel. Y, como buen lector, el personaje menciona a Hemingway, quien al igual que escritores como Mario Vargas Llosa o Alfredo Bryce Echenique (por mencionar a los peruanos) admiraban ese simbolismo de la lucha férrea y constante entre el hombre y la bestia, la Humanidad y la Naturaleza.
En el siguiente cuento, “Caliente”, existe ya la premonición de que el narrador no es un realista en el sentido más estricto del término (como si en la literatura existiera la realidad a cabalidad), pues con ternura y fantasía un joven hace hablar a su minino tras un severo y sentimental interrogatorio. Este cuento ya pertenece a lo fantástico del libro.
“Demasiado amarre” también demuestra el carácter supersticioso y fantasioso de este libro, donde la protagonista acude a las creencias populares de las brujerías de chamanes para lograr que su enamorado vuelva con ella. Con gran destreza técnica, el autor nos llevará de las manos, rendidos y expectantes, ante un final inesperado. Algo semejante ocurre en el siguiente relato, “Caldo de supersticiones”, donde la temática nigromántica es más evidente.
Los cuentos siguientes, hasta el último, poseen una potente imaginación y gran saber hacer de la literatura de ciencia ficción. ¿Es acaso Carlos de la Torre Paredes un buen escritor de ciencia ficción? En efecto, leer estos cuentos bastaría para confirmarlos. Existen saltos tempo-espaciales en la vida de ciertos protagonistas, extraterrestres primero amigables y luego come-humanos, luchas intergalácticas con mercenarios interestelares, pandillas que se enfrentan con láser y naves espaciales, por mencionar algunos.
Leer este libro me ha sido una experiencia gratificante, pues es un libro que la crítica literaria peruana debería tomar en cuenta con respecto a lo que vienen haciendo los jóvenes escritores en nuestro país. Quisiera que este placer de haberlo leído no sea solo algo personal e íntimo, sino que nuevos lectores puedan disfrutarlo como yo lo hice con mi primera lectura. Gracias.
Francois Victor Villanueva Paravicino
(Huamanga, 1989)
Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Actual miembro de la Asociación de Escritores de Ayacucho (AEDA). A los 18 años quedó finalista del “I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América: los jóvenes cuentan”. El 2013 fue antologado en el libro Recitales “Ese Puerto Existe”. Muestra poética 2010-2011. El 2017 publicó su primer libro Cuentos del Vraem. Tiene diversas publicaciones literarias en antologías, revistas y diarios. Su poemario El cautivo de blanco es su segunda entrega. Actualmente cursa la maestría de Escritura Creativa de la UNMSM.
