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Flor de retama taciturna, poemas en pie de lucha de William Pozo Solórzano

flor de retama taciturna

Por Francois Villanueva Paravicino

En plena crisis política a nivel nacional, el poemario Flor de retama taciturna (Editorial Amarti, 2021) de William Pozo Solórzano le canta a la protesta de los pueblos, reflexiona sobre la violencia política de los años ochenta y de los noventa, y es un himno contra las injusticias y contra los abusos.

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Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.

El Perú profundo ha alzado su voz de protesta contra el Gobierno de Dina Boluarte y, por la represión de las fuerzas del orden policiales y militares, se han forjado casi cincuenta cruces en los cementerios de Apurímac, Ayacucho, Puno y Cusco. Y los escritores nunca han estado ajenos a dicha realidad conflictiva, a aquella lucha de clases, a esa disputa ideológica que siempre han existido en las historias de las naciones. Por eso, Manuel Scorza ha escrito: “En los Andes las masacres se suceden con el ritmo de las estaciones. En el mundo hay cuatro; en los Andes cinco: primavera, verano, otoño, invierno y masacre”. Una realidad que otra vez salta a la vista.
Y como gran lector de Roque Dalton, Ernesto Cardenal, Pablo Neruda, Mario Benedetti, César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, José Saramago, Raúl Zurita, Pablo de Rokha, Javier Heraud, José María Arguedas, Ciro Alegría, Manuel Scorza, entre otros poetas o escritores, cuyos versos tienen el poder de las pólvoras, el escritor William Pozo Solórzano se ha solidarizado con los hermanos de las masas y ha publicado su ópera prima Flor de retama taciturna (Editorial Amarti, 2021), un libro que le canta a la protesta de los pueblos, reflexiona sobre la violencia política de los años ochenta y de los noventa, y es un himno contra las injusticias y contra los abusos de los pueblos.

En el plano formal es un poemario bien escrito, con técnicas retóricas propias de ese tipo de propuestas poéticas, como la utilización de la figura literaria de la repetición, de la solemnidad, de los símiles o de las metáforas, de la humanización y de los epítetos, y por ello el hablante lírico canta y versa elevando los tonos y los ritmos en sus versos, con la musicalidad de los tambores de guerra, con el clamor de los hombres en pie de lucha, con la indignación del poeta en estado de hipersensibilidad ante una realidad cuyas praderas arden en llamas y cuyos moradores lloran sus desgracias y reclaman sus derechos.

Y lo que el poeta reclama o poetiza es, citando a Roque Dalton en el primer poema, a la falacia de la democracia, a la búsqueda de la paz idealizada, a la lucha armada, a las guerras civiles sangrientas, al amor revolucionario, a la solidaridad con el pueblo, al Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), al dolor universal del hombre, a la guerra con Chile, a la esperanza después de la violencia política, a la sangre coagulada después de la lucha del pueblo, al sufrimiento de una madre agonizante, al terrorismo de los años ochenta y de los noventa en la selva ayacuchana, al rechazo de la violencia, a la corrupción política del Estado, a la injusticia de los poderes estatales, a las masacres de los campesinos, al amor a la patria por sobre todas las cosas, a la burguesía, a los pueblos olvidados, entre otros temas que harán entender al lector que los escritores, los más nobles, siempre se solidarizan con lo justo, lo bueno y lo bello.

Parte del libro es la “Cronología del terror” que aparece en las páginas finales del libro, que son datos extraídos del informe final de la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación (CVR) y del libro de no ficción La cuarta espada (2007) de Santiago Roncagliolo, donde se resume las fechas más importantes que se vivieron en la violencia política de nuestro Perú en los años ochenta y noventa del siglo pasado, que refuerza el carácter histórico y contestario del libro, sus cuestionamientos y sus críticas al sistema hegemónico, como son los pilares macroestructurales de la poesía social.

Existen versos plausibles en sus poemas, como en el de “Chaskay lucero, pupila de mis ojos”, donde el hablante lírico recita: “La luna allende desde las altas nubes,/ y yo sigo entre metrallas y bombas/ caminando bajo la sangre coagulada”. O en el poema “Mis hermanos fueron asesinados, al pie de la cordillera (Sello de Oro), a la orilla del lago terso”, donde el versificador se interroga: “Cuándo dejarán de tronar las balas que nos asustan tanto;/ cuándo cesarán los petardos/ de dinamita, de los malditos;/ cuándo cesarán las balas/ en nuestros ojos/ y dejarán de aniquilar al humano”. Y más adelante continúa: “¿Por qué fueron mutilados los niños?/ ¿Por qué un hijo hacía volar, con petardos/ de dinamita, a su propia madre por orden de los verdugos?/ ¿Por qué hay tanta muerte entre hermanos/ de la misma patria?”.

O también en el poema “Se marchita la justicia al ‘Sur’ de América…”, donde el vate canta como en un himno: “se marchita la justicia en la cárcel que encierra la voz de mi pueblo,/ se marchita la justicia en los zapatos de nuestro padre ‘judicial’,/ se marchita la justicia con el mallete de nuestro padre ‘judicial’”. Y, además, en el poema que da título al libro, como “Flor de retama taciturna”, donde el poeta le canta a los niños y a la patria: “Niños de retama,/ los que sufren y lloran/ por causa de la guerra/ por la maldad de los gobiernos,/ roto, sucio y descalzo,/ sueñan con libertad/ y sin guerras ni armas secas/ en los arrabales de la patria,/ oh, niños, niños pálidos”.
Por ello, leer este poemario, en estos días de lucha y de incertidumbre política, nos esclarecerá la premisa política que el buen escritor Manuel Scorza concebía de los Andes, y nos recordará que Friedrich Nietzsche no andaba a tientas con el “eterno retorno” o “el tiempo cíclico o espiral” en la que cae la historia de la humanidad siempre. Por su parte, el autor William Pozo Solórzano es ayacuchano, hijo de padres agricultores, obrero del campo, cultivador, militante del café amargo y amante de su patria. Aparte de su profesión en Administración de Negocios Internacionales, cultiva el salubre hábito de la lectura y de la escritura, por lo que viene trabajando un nuevo libro. Es decir, un autor interesante.
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Francois Villanueva Paravicino
Escritor (1989). Cursó la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Estudió Literatura en la UNMSM. Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022). Textos suyos aparecen en páginas virtuales, antologías, revistas, diarios y/o. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relatos (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Semifinalista del Premio Copé de Poesía (2021). Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.