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Poemas en recogimiento o soledad en Los placeres del silencio de Francois Villanueva Paravicino

los placeres del silencio

Por Urbano Muñoz Ruiz

El disfrute estético obtenido con la lectura de una obra literaria puede ser, además, una motivación para crear obras propias y de calidad. Tal es el caso de Los placeres del silencio (Ed. Cartonera, 2023), de Francois Villanueva, un poemario que contiene versos bien trabajados y dedicados a un buen número de autores clásicos. Se trata de 40 poemas que corresponden al mismo número de autores homenajeados, cuyas obras han impresionado “hasta el aturdimiento” a Francois Villanueva, según señala el editor en la página de presentación del libro.

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Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.

La mayoría de los homenajeados son prosistas: Cervantes, Melville, Orwell, Tolstói, Miller, Víctor Hugo, Ciro Alegría, Faulkner, Kafka, Dostoyevski, Vargas Llosa, Thomas Mann, García Márquez, Ernesto Sábato, Joyce, Stendhal, Balzac, Borges, Flaubert, Mo Yan, Dickens, Ivo Andrić, Giardinelli, Martínez, De Quincey, Proust, Arguedas, Bolaño, Chéjov. En menor número, están los poetas y dramaturgos, como Zorrilla, Sófocles, Shakespeare, Wilde, Vallejo, Homero, Baudelaire; asimismo, los filósofos Sartre, Rousseau, Hesse; incluso hay un pintor, Van Gogh.

Los poemas tienen la misma estructura. El título resume el contenido del poema empleando frases sugerentes para atrapar el interés del lector; sigue un epígrafe extraído de una obra del homenajeado, lo cual pone en contexto al lector y lo prepara para ingresar al cuerpo del poema; este último elemento está constituido por doce versos agrupados en tres estrofas. Los versos tienen rimas asonantadas y son de arte mayor, es decir, van de alejandrinos hasta endecasílabos. El efecto eufónico logrado gracias al uso equilibrado de las rimas indica que estamos ante textos eminentemente líricos.

En cada texto, se percibe el propósito del poeta de acercarse al espíritu del autor homenajeado, mediante la comprensión de una de sus obras. Así, en el poema “Las epístolas de la soledad”, dedicado a Van Gogh, queda claro que la obra inspiradora del poema es Cartas a Theo, un libro donde están las claves para entender la obra del famoso pintor postimpresionista y su vida oscilante entre la miseria y la locura. La estrofa de entrada dice: “Eras el profeta que amó el aroma de los burdeles/ y predicó la fe en las ruinas más hirientes,/ como un vidente forjabas tus aurígeras visiones,/ que cegaron inútiles a las grises fiebres”. Aquí se presenta una primera imagen de Van Gogh, quien aparece intermitentemente en los lugares más sórdidos y decadentes, enfermo de fiebres, alucinado, predicando sus convicciones.

En el apartado siguiente, se describe al artista entregado absolutamente a su labor creadora, sin querer ser importunado ni siquiera por Dios, y sustentado apenas por el apoyo económico de su hermano Theo. “Te flagelaste con una navaja para no oír a Dios,/ que te dio el don de la verdad y de lo justo, / en una década que fue un solitario siglo prolífico,/ mientras el brazo gemelo te abría la palma”. Concluye el poema con la tercera estrofa, donde se dice: “Pero llegó la aurora, luego de una quieta tormenta,/ y el trueno se escurrió en tu ardiente sentido,/ cual himno del Infierno engulléndote la iluminación,/ las lágrimas, el bolsillo vacío y el frío apetito”. De este modo, se configura la imagen postrera de un Van Gogh que ha sucumbido en la indigencia, pero sin renunciar a su vocación artística, por lo tanto, puede descansar en paz, liberado de su existencia marcada por el hambre y la incomprensión.

Al igual que Van Gogh, los otros homenajeados son consumados artistas geniales. Cualquier lector sensible puede ser atrapado por la belleza de sus obras y llegar a vislumbrar la profundidad de sus contenidos. Esto es parte del disfrute estético causado por la lectura de las referidas obras. Ahora bien, este disfrute se duplica en el caso del poeta Francois, quien no contento con deleitarse con la lectura y el estudio de las obras literarias que más le han impresionado, se ha dado el trabajo de elaborar los poemas que integran el libro Los placeres del silencio, embarcándose en un proceso creativo donde, sin duda, ha sufrido y gozado mucho en el afán por lograr unas creaciones que estén a la altura de sus autores favoritos.

Por supuesto, sus placeres los ha obtenido en un estado de recogimiento en espacios de soledad donde reina el silencio, es decir, lejos del “mundanal ruido”, del que ya hablaba el inolvidable Fray Luis de León en el siglo XVI. Pero en todo caso, este es un silencio lleno de imágenes que nos hablan de fascinantes mundos literarios, que terminan enriqueciendo al lector hasta el extremo de convertirlo en un creador también de su propio país de versos. Hay que leer entonces este nuevo libro metaliterario de nuestro buen amigo y paisano François Villanueva, joven narrador y poeta de estilo depurado y preciosista. Es una obra donde nos vuelve a deleitar con su poesía cargada de lirismo y simbolismo, que ya habíamos captado en su anterior poemario El cautivo de blanco, editado en 2018.

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Urbano Muñoz Ruiz

 

Poeta, narrador y ensayista

Magister en Comunicación Social – UNMSM

Doctor en Educación – UNSCH