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Formas de trabajo en el Tawantinsuyu

Formas de trabajo en el Tawantinsuyu - etnografia, ciencias-sociales, antropologia-arqueologica - formas de trabajo

En el Estado Inca funcionaban varias: 1° El personal, 2°el familiar 3° El ayni o reciprocidad 4° La minga o colectivismo 5° La mita o estatal 6° El del ejercito profesionalizado, 7° El servil 8° El de los Pinas o esclavos, 9° El libre de los artesanos centro y sur costeños, 10° El de los mercaderes del litoral y del extremo norte del Chinchaysuyo, 11°El indirecto de los administradores del Estado.

Salvo las dos últimas (10 y 11) todas las formas de trabajo enumeradas corresponden a sociedades de escaso desarrollo de sus fuerzas productivas. Precisamente tales formas laborales se venían ejercitando desde los lejanos tiempos de Chavín Moche y Nasca. A partir de entonces la tecnología no avanzaba , lo que justamente determinó la persistencia de la organización ayllal o clánica de los grupos, o sea de la comunidad, ya que gracias a su funcionamiento eran posibles el ayne o ayni, la mita y la minga. Hecho que, a su vez, favorecía que los pueblos fueran bastante autosuficientes en lo esencial de su vida. Una serie de mitos y máximas sostenían este ejercicio.

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Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.

Mientras el trabajo familiar y el ayni dependían de los compromisos y reciprocidades de cada grupo doméstico (familia nuclear); la minga, por el contrario, dependía del consenso de quienes integraban el ayllu (familia extensa), planificados y controlados por sus líderes (curacas, camachicos, camayos)

Ayni o reciprocidad

El ayni , una de las formas mas antiguas y comunes de trabajo en el planeta, operaba en el desarrollo del ciclo agrario y en toda actividad inmanente a ella (siembra, cosecha). Y por igual cuando se trataba de la edificación de una casa; hechos que no ocurrían todos los días.

El ayni es un intercambio de trabajo entre los grupos domésticos (familias nucleares-simples y familias nucleares-compuestas) que conformaban un ayllu. En otros términos , el préstamo de trabajo de una persona o conjunto de personas hacían a otro individuo o conjunto de individuos, respectivamente, a condición de que se les devolviera en fecha oportuna y en iguales estipulaciones de tiempo y envergadura de tarea. En buena  cuenta el ayni era solo en apariencia una ayuda recíproca o mutua , que no revestía caracteres rituales ni ceremoniales . Pero la verdad es que no constituía un simple intercambio de energía , sino que a cargo del beneficiario corría la alimentación y bebida los días que duraba la faena amén de regalos consistentes en algunos puñados de coca. Estrictamente entonces , no era una ayuda mutua, sino un perpetuo negocio sujeto a intereses y conveniencias personales y familiares,

Cualquier hombre de un ayllu podía eludir el ayni, negándose a prestar su ayuda al vecino; pero dicha actitud  significaba que el ya no podía pedir colaboración de otro. Por eso quien quiera , como perfecto conocedor de que iba a necesitar auxilio en algún momento, no rehusaba su energía a quien la requería , sino por el contrario , más bien andaba buscando amigos para ofertarles su trabajo siempre que lo necesitaran, De modo que el ayni no era exactamente un socorro mutuo de hermandad, sino un trabajo interesado: un dar para recibir, un dame y toma sinfín.

Tenían un definido y ancho concepto de la reciprocidad generalizada e interesada: nadie debía proporcionar nada a otro por el elemental mondo y lirondo hecho de regalar. Todo lo que se daba se hacía con la idea de ser correspondido; o en otras frases; se lo hacía meditando en la devolución. De allí que los favores que recibían de sus dioses tenían que retribuir con ofrendas, sacrificios y oraciones. Lo mismo hacían con relación al mar y la tierra; ante el primero para sacar peces y algas, y con la otra para alcanzar buenas cosechas.

Minga o colectivismo.

El sujeto que pertenecía a un ayllu tenía obligaciones que cumplir en tareas de trabajo tanto del modelo ayni como de otro denominado minca o minga: faenas colectivas en obras de bienestar de toda la familia extensa (ayllu). Pero si bien por cualquier motivo se podía eludir el ayni, en cambio las mingas debían ser cumplidas obligatoriamente, salvo que se estuviera enfermo, o invalido, o ausente cumpliendo otras misiones justificadas.

Las mingas o trabajos colectivos engendraban y engendran vínculos de solidaridad. Era una ocupación que garantizaba el confort de cada ayllu mediante el ejercicio común o mancomunado, impulsado por la profunda necesidad de resolver los problemas socio-económicos: canales de riego; construcción y cuidado de andenes, edificación de puentes, apertura y vigilancia de senderos; erección de templos y otras obras urgentes. Es lógico , para resolver estas cuestiones que beneficiaban a todos, se hacía perentorio el trabajo de la totalidad. Conformaba un ajetreo al cual concurrían las familias íntegras llevando sus propias herramientas y bebidas. En medio de una cohesión comunal al ayni y minga, que tenían un origen muy antiguo, llevábanlos a cabo sin la intervención imposición ni control del Estado. Sapaincas y reyes, en verdad, no mostraban ninguna preocupación para su cumplimiento y observancia. Ayni y minga , como tareas inmanentes al ayllu mismo, éste los mantenía en vigencia para resolver sus pequeños necesidades agro-pastoriles y otras.

Otras formas de trabajo, esta vez no sujeta a devolución , era el que ejecutaban a favor de los inválidos, viudas, menores de edad, huérfanos, enfermos y ancianos. Tratándose de tales personas, todos los miembros aptos del ayllu cultivábanles sus chacras sin aceptar recompensa por el trabajo ni devolución del mismo. Es otra modalidad de minga.

Otro estilo de trabajo tipo minga era el que se prestaba a los jóvenes recién casados, construyéndoles sus casas. En las mencionadas circunstancias intervenían la integridad de mujeres y hombres dispuestos de la comunidad o ayllu.

De ahí que no cumplir con las mingas convocadas por el jefe del ayllu , constituía un delito que convertía al omiso en un ser abominable. A quien esquivaba la minga primero se le amonestaba: pero de reincidir, el ayllusca o camachic (jefe del ayllu) en consenso con otros personajes influyentes y de prestigio , procedía a la aplicación de la sanción máxima: la expulsión del grupo. El que se hacía merecedor a tal pena quedaba transformado en un verdadero paria, porque de acuerdo a las superestructuras imperantes  quedaba “fuera de ley”, sin derecho al usufructo de tierras , ni al ayni de sus paisanos , y sin esperanzas para solicitar su incorporación ni asimilación a otro ayllu.  De manera que sólo le restaba tres posibilidades : dedicarse a la mendicidad, o al bandidaje, o ponerse al servicio en calidad de yana. De ahí que en la sierra no era nada insólito encontrar mendigos y bandoleros que, como se ve, no constituían otra cosa que el resultado de una sanción de carácter social impuesta por los propios ayllus ; y jamás el fruto de una lacra social como sucede en otros sistemas. Claro que , en múltiples veces , después de purgar su falta, si es que las partes arribaban a un entendimiento, se les indultaba, procediendo a su readmisión. Así lo constata la fuente etnográfica reportada en la serranía.

La mita: un trabajo estatal muy bien organizado

La mita entre tanto, estaba ordenada, planificada y supervigilidada por el Estado por mediación de sus numerosísimos administradores. La mita le generaba rentas cultivando sus tierras, cuidando su ganado, explotando sus minas y lavaderos, confeccionando armas, plazas y objetos artesanales, prestando diferentes servicios personales (chasquis, tambos, puentes, caminos, levas de ejército). Consistía en una labor por turno, pero turnos llevados a efectos de millares de trabajadores, por enjambres de mitayos hábiles (18- 50 años de edad) extraídos exclusivamente de los ayllus para la construcción y trabajo en obras del Estado. Este necesitaba productos alimenticios, textiles, artefactos, vías y puentes, pastos. Pero a estos productores directos les retribuía y redistribuía comidas, bebidas y otras cosas secundarias para que laboraran con satisfacción. Los millones de brazos que representaban los mitayos garantizaban el funcionamiento del Estado panandino. En otra forma no lo hubieran podido lograr por acrecer de dinero para pagar servicios y de herramientas para reemplazar a los trabajadores. Los mitayos  configuraban , pues, los productores directos.

Como el trabajo eran en grupos, colectivamente, con suficiente comida y excitante bebida y música, se enardecían emulándose unos a los otros, cuyo corolario era la realización de obras extraordinarias y abundantes. La mita no extinguía , pues, la competencia , esta quedaba asegurada e incentivada con excelentes compensaciones a través de redistribuciones ordenadas por el sapainca y verificadas por sus funcionarios. De modo que a quien producía esfuerzo bien retribuido a los mitayos, permitía al Estado acumular excedentes cuantiosísimos. A la mita se le planificaba por cuadrillas salidas de cada uno de los ayllus, sayas (mitades), huarangas, pachacas y nacionalidades, de manera que eran estas las competidoras y no los individuos. Ello estimulaba la emulación durante las tareas de producción.

Claro que también hubo división del trabajo por sexo y edades y según la capacidad vocacional de la gente. Es innegable que existían especialistas, pero que trabajaban sin desligarse de la agricultura, excepto los artesanos centro-nor-costeños. El Estado sabía por lo tanto, sacar ventaja de todos quienes poseían capacidad innata o adquirida para ciertas artesanías, por ejemplo en la platería, orfebrería, tapicería, plumería. Para ello dictaban medidas extremas de previsión, vigilancia, control y justicia. Para lograrlo el Estado tuvo que poner en marcha una miriada de administradores, un exceso de burocracia, pero una burocracia ágil, funcional, competente: unos perfectos productores indirectos.

Lo verídico es que el pleno funcionamiento del ayllu o familia extensa, colectivista y agraria, fue lo que permitió al Estado llevar a cabo obras públicas colosales, ya sea en el campo de la agricultura como de la ingeniería , textilería, etc.

Es recomendable no olvidar que los trabajos del ayni, minga y mita fueron cumplidos únicamente por los dirigidos y dominados jamás por los grupos de control y dirigencia imperial. En otras palabras, los trabajadores directos estaban conformados por los runas (ya fueran regnícolas mitmas),, por yanayacos, yanaconas, pinas y artesanos sin tierras, los últimos en el litoral central y norteño.

La tributación , en consecuencia, era en trabajo. Es la forma común en crear rentas al Estado. Por lo tanto había : 1° rentas estatales ordinarias generadas por los mitayos, desde su inicio hasta el almacenamiento. Y 2° rentas extraordinarias, constituidas por las mitas de los artesanos que entregaban artículos típicos de su región.

Los obligados a prestar mitas eran solamente los hombres adultos y casados (18 – 50 años de edad) , por la simple razón de que recibían sus parcelas únicamente al casarse, jamás antes. De ahíla inquietud y presión del Estado para que los jóvenes se matrimoniasen inmediatamente que ingresaban al grupo de edad que le permitía tomar compañera.

Con el trabajo planificado y retribuido de las mitmas al Estado  ponía en marcha todo lo que quería y le convenía en la producción agropecuaria, textil. artesanal, arquitectónica, ingenieril, militar, etc.

Otra división que se debe tener en presente es que habían mitas de servicio general (construcción de fortalezas, templos, llactas caminos, puentes, tambos). Y 2° mitas de servicios especiales  (Artesanos, danzantes, músicos, cargueros del sapainca, acllas, chasquis), que no las cumplían cualquier hombre y mujer sino gente seleccionada.

Corrientemente se realizaban las mitas, trabajando en obras programadas en los territorios de los mismos señoríos y reinos de donde eran oriundos los mitayos. Sin embargo, tal figura no constituía una norma general; porque existían tambos y minas atendidos por mitayos traídos de señoríos y reinos vecinos. Por ejemplo algunas hospederías de Cajamarca y Huambo funcionaban servicios por mitayos traídos de la costa de Chimor (Chepén, Moro, Collique, Cinto); mientras  que ciertas minas de Huari (Ancash)tenían entre sus trabajadores a mitayos de Ichoc Huánuco. Y en cuanto a las obras monumentales ejecutadas en el Cusco, Vilcashuamán, Huauytará, Jatunjauja, Bombón o Pumpu , Huanucopampa, Tumebamba y otras similares, requerían la presencia y asistencia de miles de mitayos sacados y llevados de etnias lejanísimas , como sucedió en Tambo, donde entre otros, concurrieron los collas; o en el Cusco mismo , a la cual fueron llamados, a parte de otros, centenares de chupaichos (Huánuco actual).

Los chasquis o corredores adiestrados conducían las comunicaciones de un lugar a otro, muy eficaces por su rapidez. Se trataba de un servicio que proporcionaban las etnias por las rutas mientras éstas cruzaran por sus territorios. Las noticias las transmitían ora mediante quipus como a viva voce.  Sólo tenían la misión de correr determinadas distancias , entregando al subsiguiente chasqui el mensaje, sin parar sino trotando simultáneamente. En dicha forma una novedad salida de Ancasmayo, en la frontera norte, podía llegar al Cusco en siete días, cubriendo una distancia de casi 2000 kilómetros.

Pero los chasquis constituían un servicio exclusivo del grupo de poder; de ellos no hacían uso los runas comunes, y posiblemente ni siquiera los curacas , salvo cuando éstos se dirigían a las cúpulas gubernamentales del imperio.

Quienes trabajaban en las mitas de minas, lavaderos, tambos, chasquis, tierras, centros ganaderos, pastos, etc. no eran esclavos ni reclusos condenados a pasar el resto  de sus vidas en las citadas unidades de producción. A los minerales  se los procesaba en el propio asiento minero, de los cuales se los acarreaba a las llactas bajo cuya jurisdicción estaban, o en el Cusco.

Siempre han despertado asombro la técnica y arte arquitectónico, al pensar como movilizarían piedras tan enormes , de docenas de toneladas , sin haber conocido ruedas, poleas, ni máquinas. Sin embargo la respuesta es una sola el potencial de la energía humana (mitas) de miles y miles de mitayos campesinos que se turnaban trabajando trimestre tras trimestre , o semestre tras semestre, año tras año, para construir llactas (centros urbanos), caminos, puentes, templos, aposentos y fortalezas; campesinos que al terminar sus faenas o turnos retornaban a sus ayllus o comunidades.

Los mitayos trabajaban desde la salida del sol hasta el ocaso del mismo, unas 12 horas diarias, con los consabidos intervalos para comer y beber. En esos días no bregaban en sus casas. Para ir al trabajo los convocaban sus curacas mediante los broncos sonidos de los pututos o trompetas de caracola, llevándolos en seguida a las tareas preestablecidas por el poder. Invariablemente laboreaban en conjunto, es decir, por ayllus, o mitades (sayas) o grupos étnicos, cada cual en su respectiva parcialidad, con dos finalidades: qe su etnia cumpliera con la faena señalada y que hubiera emulación o competencia para rendir resultados óptimos por cada lado. Un sobrestante o capataz llevaba la cuenta de todo lo que se hacía, de lo que no se hacía y de lo que se les daba de beber y comer.

Los mitayos nunca se consideraron seres desgraciados: 1° porque no estaban sometidos a un trabajo intensivo la integridad de los días de su vida, sino por rigurosos turnos para que nadie trabajara más ni otros menos. 2° Porque niños, mujeres ancianos e inválidos no eran compelidos a prestar servicios pesados, por quedar estos a cargo de adultos de 18 a 50 años, personas con buen estado de salud. Y 3° porque en tanto se ocupaban en las mitas, el Estado les daba alimento, chicha, coca y hasta ropa a los que más destacaban. He ahí porqué los mitayos marchaban rumbo a las mitas tocando sus instrumentos musicales , cantando, danzando y exhibiendo flores en sus tocados. No arrastraban, pues, una vida miserable, ya que, además mientras duraban las labores los mitayos no tocaban nada de sus pirguas para alimentarse quedando dicho producto como un ahorro familiar(…).

Como en toda sociedad dividida en clases, habían personas liberadas de mitas,o mejor dicho exoneradas de la fatiga física que generaba el trabajo en el campo agropecuario, en la explotación minera, obras de construcción (edificios, caminos, puentes y talleres artesanales). En tal sentido los relevados del referido tipo de trabajo eran los de la etnia Inca, los curacas, los guerreros en actividad, los quipucamayocs y mercaderes. Todos los cuales, excepto los últimos, recibían sus raciones alimenticias de los trojes y almacenes del Estado, a los que se les reputaba también depósitos del rey.

Fuente: Espinoza, W (1997)  Los Incas. Economía, sociedad y Estado en la era del Tawantinsuyo. Amaru Editores, pp. 201- 212

 

 

 

 


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Anthropology and Practice (Marco)

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