Dilthey, filósofo alemán Saltar al contenido

La poética vital de Wilhelm Dilthey

Dilthey

Por Francois Villanueva Paravicino

El gran filósofo alemán Wilhelm Dilthey publicó un fabuloso libro (Poética) que reunió sus trabajos “La imaginación del poeta” (1887), “Las tres épocas de la estética moderna y su problema actual” (1892) e “Imaginación poética y locura” (1886), que, luego de leerlas de principio a fin en los años universitarios, me ayudó a entender mejor el oficio de la escritura y el arte de la literatura.

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Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.

Seguidor de la luminaria germana Wolfgang von Goethe y eminente hermeneuta de su tiempo, las apreciaciones teóricas de Wilhelm Dilthey afirman: “La base de toda verdadera poesía es la vivencia, experiencia vivida, elementos anímicos de toda especie que entran en relación con ella. En tal relación pueden ser materiales directo para la creación del poeta todas las imágenes del mundo exterior”.

Entendemos por poeta al demiurgo o creador por excelencia, tanto el poeta de los versos como el narrador de prosa literaria, pues sí es aplicable al escritor de todos los géneros, y Dilthey lo comprendería muy bien. En efecto, la vivencia empírica influye por excelencia en el arte literario, y aquello es muy bien trabajado por el también historiador, sociólogo y psicólogo alemán.

Aquel afirma explícitamente: “Toda poesía, desde este punto de vista, se compone de vivencias; ellas constituyen sus elementos y sus formas de enlace”. Y, en ese sentido, el pensador corroborará más desenvueltamente: “Con esto entramos en el dominio más peculiar del poeta: la vivencia y (su expresión o) su reproducción en la fantasía”. Es decir, la escritura como mezcolanza entre la realidad y la ficción, la verdad y la mentira, los hechos y la imaginación.
Además, Dilthey explica: “En primer lugar, la energía de estas reproducciones (la vivencia y la fantasía) depende de la fuerza originaria de los sentimientos, afectos y voliciones. Luego sus reproducciones en grados totalmente distintos de precisión, energía y vibración de la propia intimidad quedan rezagadas tras los procesos imaginarios”. Por ello, toda creación partirá desde el mundo subjetivo e íntimo del escritor, de aquellos demonios históricos, culturales y personales que sufren los escritores y lo plasman en sus creaciones artísticas.

Además, en aquel libro esclarecedor, Dilthey afirma: “Ahora, o bien la vida individual se adapta a la realidad y el yo influye sobre la realidad exterior, o bien la vida individual cede a la realidad dura y áspera”. Aquella dicotomía que presenta es una encrucijada que enfrenta siempre el crítico literario, en especial al momento de enfocar el análisis de una obra literaria, para saber si el escritor se ha basado en una experiencia más íntima o, por ejemplo, en una experiencia más real y objetiva.

En aquel sentido, Wilhelm Dilthey destaca: “Se origina así una acción recíproca constante entre el yo y el medio exterior en que vive, y en ella consiste nuestra vida. La realidad de las percepciones, la verdad de las representaciones está entrelazada en esta vida con una jerarquía estimativa que partiendo de los sentimientos se extiende sobre la realidad total; de ellos el encadenamiento pasa con energía y justeza a las manifestaciones volitivas que forman el sistema de fines y medios”.

Por ello, escribir este artículo me recordó a una de las excelentes frases que escribió Marcel Proust en El tiempo recobrado (el último tomo de En busca del tiempo perdido): “La vida sin literatura no es vida”; pues, cambiando el orden de los términos, se sentenciaría: “La literatura sin la vida (o experiencia vital, ya sea la calle, los años, todo lo que abarca vivir) no es literatura”. Es trascendental para el escritor no solo encerrarse en su “burbuja de cristal”, sino debe pisar tierra y envejecer los zapatos.

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Francois Villanueva Paravicino
Escritor (1989). Cursó la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Estudió Literatura en la UNMSM. Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019). Textos suyos aparecen en páginas virtuales, antologías, revistas, diarios y/o, de su propio país como de países extranjeros. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relatos (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España. También, ha sido distinguido en otros certámenes literarios.