Por Francois Villanueva Paravicino
La propuesta poética de este libro del escritor ayacuchano recuerda el día y la noche, la luz y las sombras, el amor y el desamor, la vida y la muerte.
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Los escritores de Ayacucho a veces, de broma, tildábamos de “poeta nefelibata” a Ronald Pérez, ya por sus aires distraídos, soñadores, y por sus versos etéreos, casi musicales, su transparencia, su sensibilidad. Tal vez porque el poeta ayacuchano y, en particular, huantino, es un trovador con la guitarra, un músico que siente la música con la pasión de un poeta, y su poesía tiene mucha influencia de las canciones, de las trovas, de las músicas populares de nuestra región.
La soledad y el amor son temas que la tradición literaria, a través de su historia y sus más grandes poetas, han forjado y deleitado a los lectores amantes de la poesía y de las artes. ¿Por qué el amor? ¿Por qué la soledad? Es cómo preguntarse: ¿Habría existido Fausto sin Margarita? ¿Podría concebirse al Quijote sin su Dulcinea del Toboso? ¿Será creíble Werther sin Carlota? ¿Alabar el amor de Efraín sin María? ¿Será posible saber de Belardo sin tener en cuenta a su amante Amarilis, o a Melgar sin Silvia?
El romanticismo y el amor a la poesía siempre ha existido y siempre ha de existir, y dependerá de los escritores contemporáneos y los del futuro asumir la óptica original en la que han de plasmar una historia amorosa, un flamante sentimiento pasional, o el martirio de una ilusión contrariada. Desde esa perspectiva, con gran sentido de originalidad, los nuevos retos se perfilan como la lucha por la dominación de una Voz Creadora Original.
Los versos de Ronald Édison Pérez Rondinel en Negro y blanco (Editorial Amarti, 2023, segunda edición), como las palabras del título epónimo, recuerdan el día y la noche, la luz y las sombras, el amor y el desamor, la vida y la muerte. La dicotomía temática más esencial de la funcionalidad de la poesía está presente en este libro que su autor, creo, ha sabido poetizar con la esperanza de ser leído por un lector sensible que comprenda y comparta su visión del mundo.
Terry Eagleton en Cómo leer literatura y Cómo leer poesía, reclamaba la necesidad del regreso de la lectura atenta y disciplinada, placentera y entendida, del texto en sí y para sí, algo que ha pasado un tanto desapercibido con la producción erudita y académica de la crítica literaria en el estructuralismo y posestructuralismo. Y ya Jorge Luis Borges, uno de los grandes lectores de Latinoamérica, nos exhortaba a practicar la lectura hedónica, es decir, la lectura del placer.
Este poemario de Pérez Rondinel nos enseña que la lectura, y en particular la de la poesía, debe ser un acto de libertad, de esperanza, y de pasión. Solo así podremos entender la melancolía, el sinsabor, la añoranza, la lucha contra el tiempo, y también la dialéctica de la soledad y el amor que varios de los poemas rezan implícitamente, como una metáfora de las sombras y de la luz.
Como John Keats dedicó un hermoso poema “A la soledad” cuando decidió dedicarse de lleno a la literatura en pleno inicio del Romanticismo inglés, Pérez Rondinel nos canta estos bellos versos que explican la inmanencia de la soledad en el oficio de la escritura, que, también nos afirma, linda con la locura: “Soledad, compañera, amiga del desvelo,/ inquilina de mi vida, guardiana de mis noches./ Si tú me hablas en la aurora dicen que estoy loco./ Vamos a un bar. Ahí es normal”.
Existen versos contundentes como los del poema “Cuando el día se hace noche y la luna no alumbra” (he ahí una metáfora de la muerte), donde se pueden apreciar los siguientes versos: “…La realidad es cruda./ Esta noche es esta noche, una más de las tantas,/donde la alegría muere, donde el amor duele”. He ahí que el poeta no puede escapar de la realidad y no puede tampoco vencer los sentimientos más elementales de un ser de carne y de hueso, y por ello canta, como un ave, la experiencia de vivir.
En el poema “La soledad es mi casa”, aparte de lo explícito de la temática, aquel sentimiento de estar y ser un solitario, se vuelve una figura literaria que acompaña al poeta “hacia el atardecer”. Es decir, el uso de esta técnica literaria revela al autor entendido en la materia de dar corporalidad a una idea interesante, como también se expresa en el poema “Cuando la vida se canse de mí”, que alude a la esperanza de la muerte humana.
Como sucedió con el Romanticismo literario desde Alemania hasta el Perú, desde Francia hasta Colombia, desde Inglaterra hasta Argentina, las composiciones poéticas se caracterizan, en este poemario que invitamos a leer, por la simplicidad y la llaneza de sus versos, sin metáforas intrincadas ni simbolismos difíciles, algo que el lector deberá valorar como un recurso utilizado por el autor sin menoscabo de su poesía.
La poesía transparente y límpida de Ronald Pérez es un estilo poético que se caracteriza por su claridad y simplicidad en la expresión de ideas, emociones o imágenes. A diferencia de la poesía hermética o abstracta, que a menudo utiliza metáforas oscuras o lenguaje críptico para transmitir su mensaje, la poesía transparente y límpida busca la claridad y la comprensión inmediata.
Los poemas de Ronald Pérez se caracterizan por una expresión emocional. A pesar de su simplicidad, este tipo de poesía puede transmitir emociones profundas y sinceras. Las palabras elegidas son capaces de evocar sentimientos y conexiones emocionales con el lector de manera efectiva. Además, tienen imágenes vívidas. A menudo, la poesía transparente y límpida utiliza imágenes vívidas y concretas para ilustrar sus ideas o emociones. Estas imágenes ayudan a que el lector se conecte de manera más directa con el poema.
Los poemas de Negro y blanco abordan temas cotidianos, pero no por eso menos importantes. Los temas de la poesía transparente y límpida suelen ser cotidianos y accesibles para el lector común. Pueden abordar experiencias humanas universales, como el amor, la naturaleza, la vida cotidiana o las emociones básicas. Además, existe una ausencia de artificios. En este tipo de poesía, se evitan los recursos poéticos artificiales, como el exceso de aliteraciones, metáforas complicadas o estructuras métricas complejas. Se busca una autenticidad y una conexión directa con el lector. Por ello, invitamos la lectura del libro de Ronald Pérez, un poeta, un amigo.
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Francois Villanueva Paravicino
Escritor. Cursó la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Estudió Literatura en la UNMSM. Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022), Los placeres del silencio (2023). Textos suyos aparecen en páginas virtuales, antologías, revistas, diarios y/o. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relatos (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Semifinalista del Premio Copé de Poesía (2021). Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.
