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Las penurias de la pobreza en “Lima, hora cero” de Enrique Congrains Martin

lima hora cero

*Por Francois Villanueva Paravicino

La enajenación por la pobreza en “Lima, hora cero” (1954) de Enrique Congrains Martín es un artilugio literario en el que el autor, implícita y subrepticiamente, se basa para explorar los fenómenos más críticos de la migración del interior del país hacia la capital limeña, una “bestia de (entonces) un millón de cabezas”. Recordando a Marx, quien planteaba la enajenación del hombre mediante el trabajo, al ser el producto producido por un sujeto, este pertenecerá y será propiedad de otro, de un probable jefe o dueño.

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Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.

Los sujetos en estos cuentos, personajes provincianos, sufren un proceso de enajenación decadente o sus fallidas consecuencias mediante la pobreza en cuanto son seres humanos que disponen todos sus derechos como ciudadanos peruanos, pero que se sienten oprimidos por las circunstancias de extrema pobreza, endebles y precarias viviendas, mala alimentación, descuidada salud, etc.; y, por si esto fuera poco, acechados por el desalojo, del desarraigo vital, y la falta de oportunidades para ganarse la vida, como aparece en el cuento “Lima, hora cero”.
Por otro lado, una enajenación particular es la del cuento “Los Palominos”, donde el protagonista necesita dinero para operar del riñón a su esposa; ahí la vida se convierte en mercancía, las existencias humanas se transforman en dinero imprescindible. Eso es lo que pasa con el esposo, su trabajo pertenece a otro, a don Roberto Barreto, quien le cobra el alquiler de la casa y que al final le desalojará pagándole el monto de la operación de la esposa mala que fallecerá; además la crisis se agrava cuando se tiene que pagar por el auto chocado con el de un ingeniero, y los préstamos y el futuro trabajo de su hija como administradora de caja.

En “El niño de Junto al cielo”, Esteban, un niño de diez años, quiere formar parte del sistema prematuramente, pero que será estafado por su pícaro socio al iniciar el proceso de enajenación: al final, Esteban invierte y trabaja para Pedro, quien se fuga con los productos de venta (revistas) y el dinero ganado. En el último cuento, “Cuatro pisos, mil esperanzas”, lo que más trasciende es el final, donde la niña de los padres mudados a Matute, opina inconscientemente: “¿y si la viejita de las gallinas, una noche, después de mucho hambre, frío, lluvia, enfermedades, se mete aquí y, despacito, nos mata a todos?”. Esta frase está vislumbrando la revolución, la sublevación del pobre, del miserable, ante la tremenda crisis e indiferencia del potentado. Acaso lo dicho no vislumbra el terrorismo peruano de los ochenta y noventa, ¿acaso no?

En efecto, Congrains establecía en sus personajes una dualidad orgánica no antitética: el sujeto migrante y sujeto marginal. El sujeto migrante al llegar a Lima, la capital de las esperanzas falaces en los años cincuenta y sesenta del siglo XX, se convertía en sujeto marginal inexorablemente. Esto está explícito en el cuento epónimo, “Lima, hora cero”, donde los migrantes una vez llegados a Lima, son en primera instancia impresionados por la elegancia y majestuosidad de las calles y los edificios, pero que semanas después no lograrán articularse, integrarse, a ese sistema desencadenante de infelicidad humana.
Los migrantes al buscar un empleo para acceder a algún trabajo, son descartados por no tener documentos ni certificados o, por ejemplo, no saber el inglés fundamental. Al ser un recién llegado sin conocidos tiene que invadir terrenos o alquilarlos, como aquel espacio Esperanza, donde vive el tísico Mateo, para al final ser desalojados por empresas como C.U.L.S.A (Compañía Urbanizadora de Lima Sociedad Anónima). En esos establecimientos, el sujeto migrante es un sujeto marginal, pobre y sufriente, ubicado en la periferia como un ser subalterno.
Para ello, el autor de “No una, sino muchas muertes” hizo una dialéctica artística sobre aquel fenómeno que tuvo sus principales orígenes a mediados de los años cincuenta; es decir, de las migraciones de andinos y selváticos hacia Lima, que revelaron las exorbitantes desarticulaciones y demasiadas diferencias sociales entre los peruanos, específicamente, desde un punto de vista marxista, de los disimiles estratos sociales: La clase pobre y la clase opulenta.

Francois Villanueva Paravicino

Escritor peruano (Ayacucho, 1989). Egresado de la Maestría en Escritura Creativa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Bachiller en Literatura por la UNMSM. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra con el relato “Cazar una fiera” (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007). Textos suyos aparecen en la antología Recitales “Ese Puerto Existe”, muestra poética 2010-2011 (2013). Ha publicado el libro de relatos Cuentos del Vraem (2017) y el poemario El cautivo de blanco (2018); además publicó en Amazon su primera novela Los bajos mundos (2018). Cementerio prohibido (2019) es su cuarta entrega. Reseñas y textos literarios suyos han sido publicados en páginas virtuales, diarios, plaquetas y/o revistas.


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Anthropology and Practice (Marco)

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