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Lo clásico siempre será moderno en Los placeres del silencio de Francois Villanueva Paravicino

carlos casas

Por Carlos Casas

El poeta ayacuchano de San Marcos afirma que el autor del poemario cartonero del 2023 es un poeta moderno y clásico que rinde tributo a la mejor literatura del planeta.   

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Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.

Siempre se nos ha forjado alguna idea de poesía, algo sospechábamos, algo habíamos creado con esa palabra, alguna idea fuimos construyendo. En suma, todos podríamos definirla. Todos asumimos la idea de un “lenguaje bonito”, quizá la expresión dolorosa de un enamorado joven, tal vez la manifestación de un amor quebrantado o un juego de palabras en consonancia con un sentimentalismo profundo. La poesía ha estado, aunque no sepamos dar con la definición certeza.

Hablo de ella porque sospecho que debe ser una mujer, una mujer bella, amable con brazos fuertes y maternales, debe tener besos de fuego y miel. Es ella la que nos anima a vivir y jugar con las palabras, nos sugiere nuevos conceptos y nos guía a encaminar nuestro quebrado corazón. La poesía ha  sido una luz para vivir, para hallar algún puente entre este mundo  y  el otro. Un cosmos del que nada sabemos, pero nos atrevemos a creer. La poesía  es Gea, Afrodita y  una  virgen María.

Aristóteles entendió que la poesía lograba evocar emociones, era ella la que podía utilizar la imaginación y la ficción para erigir un mundo solo nuestro. Era ella capaz de provocar una experiencia estética en el lector. Aunque para Platón, tan solo era una forma de imitación que nos desviaba de la verdad y la realidad. La poesía despierta emociones y deseos irracionales en lugar de solidificar la razón y la virtud. El poeta romano Virgilio afirmaba que la poesía era una herramienta para transmitir valores morales, exaltar a los héroes y conservar la historia y la tradición. Ya en la época media podemos ver cómo entendía la poesía San Agustín, puesto que concebía este santo que la poesía podía ser una herramienta poderosa para comunicar verdades espirituales y transmitir emociones profundas.

Encontramos la gloria de la poesía en la figura de Luis de Góngora y Argote, tomamos conciencia de una labor sobre el lenguaje y las palabras. Es decir, el poeta no solo expresa emociones, sino que además trabaja mucho con el lenguaje. Es un vulcano muy Orfeo. La poesía es un desafío a la simplicidad y a la claridad del lenguaje plebeyo. Se debe hacer uso de los recursos estilísticos y retóricos para forjar un lenguaje lírico lleno de belleza y sofisticación. El poeta es el propio lenguaje.

El romanticismo nos vierte la idea de la fuente de la poesía, aquella fuente castalia, aquel primer origen de ese misterio que es la poesía: el genio poético. Es este genio una fuerza divina y misteriosa, crea ella obras maravillosas y únicas; asociado con la inspiración, lo trascendental y la individualidad. Goethe concebía a la poesía como una manifestación artística que capturaba la esencia de la vida y la naturaleza toda, una fuerza vital con el objetivo de lograr fuerza y belleza, podía explorar la complejidad humana y lograr una comunicación universal del hombre. En esta misma línea Víctor Hugo entendía que la poesía era una forma de expresión artística que trascendía la realidad cotidiana y permitía explorar la belleza y la grandeza del mundo. Veía en la poesía una revelación de la verdad, una fuerza liberadora y una manifestación de la imaginación.

Charles Baudelaire, uno de los fundadores de la poesía moderna, comprendía que la poesía era una forma de rebelión artística que exploraba la belleza en los aspectos oscuros y marginales de la existencia humana. Era la poesía como una vía de escape de la realidad superficial sin dejar de lado la importancia de la musicalidad y la cadencia.  Paul Verlaine concebía que la poesía era una forma de expresión lírica que buscaba capturar y transmitir las emociones y los estados de ánimo del poeta. Rubén Darío, nuestro Poeta de los Cisnes, valoraba el poder de la palabra y la capacidad del poeta para transmitir emociones y evocar imágenes vívidas.

Por todo ello, debemos tener claro que la poesía es un contacto con la otra realidad, es un espacio dónde se puede encontrar belleza, es un trabajo consciente y fuerte sobre el lenguaje. El poeta es  un  pequeño Dios. También es un albatros que habla en otro lenguaje.

Luego de reflexionar sobre la poesía (disculpen lo pretencioso) puedo decir que la poesía de mi amigo Francois Villanueva está alineada con las ideas anteriormente mencionadas. Es un poeta consciente del lenguaje, sabe que para escribir no solo se necesita un corazón. El creador debe explorar el significado, extender los sentidos y debe expresar una emoción. Debe encontrar la palabra exacta, debe rumiar durante un tiempo la gestación de un poema. Debe evitarse a toda costa las imperfecciones. El buen escritor crea sentidos y ofrece una  visión insospechada de  la realidad.

Los placeres del silencio (Edición cartonera, 2023), de Francois Villanueva Paravicino, sonríen con la tradicional forma del cuarteto, el poemario coquetea con la rima asonante, se intenta dibujar sonetos para ser poesía de cuartetos. Se ha entendido que la poesía debe sonar bien por ello recurre a la tradición que siempre es moderna. Se innova tomando una forma clásica, se le suma una modernidad a algo que siempre ha sido el paradigma. La elección acertada de la estrofa es clara conciencia de un ritmo elevado. Se siente que lo moderno es clásico. Hay un suspiro moderno para revolver el propio lenguaje ancestral.

El poemario de origen artesano hace un oxímoron con la edición, se edita manualmente un libro que posee elegancia y la gracia suma. Es la voz de un solitario noble, un poeta incomprendido que expresa su admiración por la magia literaria y que mira siempre a sus libros. Se percibe que el demiurgo es alguien que conoce la tradición, no estamos tan sólo ante la expresión de una emoción irracional, sino que observamos a un poeta genio que siente lo que ha leído. Es la razón por la cual cada poema dialogue con los autores clásicos (Sófocles, Shakespeare, Wilde, Baudelaire, Cervantes, etc.), y nos sintamos alegres que un poeta pueda escribir para otros poetas.

El lector podrá conversar con esos autores que crearon una magia literaria, sentirá en cada poema el diálogo con aquellos libros que algún momento nos hemos deleitado. Coincidirá con aquellas lecturas que nuestros corazones aún recuerdan. En el poema “Los ríos luminosos” se alude a nuestro escritor José María Arguedas, nos internamos en esa sensación del río Pachachaca, sentiremos en los versos de Francois aquella emoción desatada por el maestro de lo andino: “Huyan, corran, lloren: la peste mata y maldice/ Ni los niños se salvan, ni la opa sierpe”.

Por eso, estamos ante un poemario sólido, una conciencia justa del lenguaje y el oficio de un poeta ayacuchano que escribe para otros poetas, estamos ante un poeta que escribe desde su alta torre, desde esa nuestra tierra de Huamanga, nuestro poeta Francois Villanueva Paravicino que nos trajo ahora ese placer del silencio. Un poeta moderno y clásico.

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Carlos Casas

 Estudió literatura en la Universidad Nacional Mayor de   San Marcos. Fue incluido en la Antología de El Taller de Poesía de UNMSM (2014), publicó el libro de poemas Hada mandarina (2015), formó parte del libro titulado Amor y horror y otros placeres poéticos (2016). Asociado a la AEDA (Asociación de Escritores de Ayacucho). Forma parte del grupo poético Pankara, poetas de origen ayacuchano. Dedicado a la docencia preuniversitaria. Actualmente cursa estudios de posgrado en la Universidad Enrique Guzmán y Valle. Prepara el libro El niño del mar y Perfil de amor.