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Los apocunas y Tucricuts

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Los apocunas

Había en el país una extraordinaria cantidad de funcionarios muchos permanentes y otros elegidos o nombrados temporalmente. Existían ministrantes para controlar todo: puentes, caminos, tambos, talleres diversos. Funcionaban mensajeros, informadores, inspectores, gobernadores para asegurar la marcha y articulación del Estado, etc., etc. En realidad vigilaban todo, convirtiendo a los curacas en instrumentos al servicio de los intereses del poder central.

Todo administrador que ejercía na plaza a nombre del sapainca gozaba de una inmensa autoridad y de prestigio en su sector. Los excesos de dichos conductores , sin embargo, eran corregidos y sancionados por el gobierno central.

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Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.

El poder es el que organizaba y ponía en marcha a ese hormiguero de funcionarios para cumplir y dar cima a los proyectos gubernamentales. En primer lugar el mismo sapainca designaba a cuatro hombres de su entera confianza como consultores para cualquier decisión de importancia . Permanecían cerca del soberano para asistirle sin interrupciones. Llevaban el nombre de apocunas y cada cual representaba a un suyo del imperio; por eso sumaban cuatro. No eran cargos hereditarios; pero siempre personas de la alta nobleza y excepcionalmente de la aristocracia regional de la aristocracia regional, eran acreedores a tal puesto por su inteligencia sagacidad , prudencia, valor, fidelidad al Estado. Por cierto que si algún hijo del titular reunía tales condiciones, podía ser preferido para sustituir al anterior. Muchas de las magníficas disposiciones de Pachacútec, Tupac Yupanqui y Huayna Cápac, en buena cuenta otra cosa que el fruto de esos diligentes apocunas o aposuyos. Los nombres de éstos durante los primeros años del reinado de Huayna Cápac fueron Apo Ancha, Apo Chularico, Apo Cuyuchi, Apo Hualpaya; pero también se menciona a Huamán Achachi.

Los Apocunas  tenían bajo su dependencia a habilidosos quipucamayocs, para guardar en sus nudos el registro de todo lo que podían conservar en sus cuerdas de algodón  , pelo de camelidos y otras fibras. A cargo de los apocunas corrían las causas de desacato cometidas por curacas y tucricuts (gobernadores). El Sapainca era la única instancia superior a los apocunas. Se desplazaban en andas.

Los Tucricuts.

Los Tucricuts o tocricuts o gobernadores del sapainca en cada huamani (“provincia”) constituían los delegados o agentes del poder que seguían en importancia a los apocunas. Residían en las llactas estatales erigidas en las circunscripciones a las que servían de capital. Representaban al soberano en las etnias , teniendo bajo su competencia la jurisdicción, civil, penal, militar, económica y administrativa. Práctica y realmente controlaban y dominaban la totalidad de lo concerniente a esos cinco, rubros, cayendo bajo su jefatura incluso los jatuncuracas regionales, las acllahuasis y colonias de mitmas. En consecuencia, tenían en su ámbito un amplísimo rol que cumplir. Inspeccionaban, vigilaban, fiscalizaban y resolvían todo. De manera que a cargo de ellos corría la apertura , construcción , funcionamiento y conservación de caminos, puentes, tambos, colcas, chasquis, mitas y censos de recursos naturales y de población e inclusive el de casar legalmente a los contrayentes de su jurisdicción. Administraban tanto a regnícolas como mitmas. También tenían bajo su responsabilidad a un selecto grupo de quipucamayocs listos a informarles de cualquier cosa gracias a sus minuciosos registros. Los tucricuts sólo consultaban y elevaban sus informes al apocuna o aposuyo respectivo; y al sapainca cuando las circunstancias lo aconsejaban.

No era empleo hereditario sino designado por el supremo poder, previa consulta a los apocunas, haciéndolos recaer de preferencia en incas de la etnia Tambo, si bien no faltaron algunos sacados de entre los tíos y hermanos del soberano, o individuos tanto de Anancusco como de Urincusco; y otros de las etnias Anta, Mayo, Quiguar, Huaroc, Aco y Cahuiña.

Inspeccionaban sus jurisdicciones sin ocasionar gastos a los runas quienes no tenían por qué recepcionarles en fiestas en honor suyo. Se los mantenía y vestía con los productos estatales almacenados en las colcas. No desempeñaban la plaza de por vida ni la ejercían por mucho tiempo en una sola demarcación; pero si podían pasar de una huamaní a otra a ejercer el mismo cargo. Para prever los abusos y errores generados por la amplitud de poderes de que estaban investidos, periódicamente se les sometía a control, única vía para garantizar el orden incaico impuesto a las etnias subordinadas al Cusco.

Su competencia y jurisdicción con todo tenían límites. En cuanto a las faltas graves cometidas por los curacas, sólo informaban a los apocunas para que el sapainca decidiera. E igual ocurría frente a las faltas y delitos consumados por los Incas de sangre, para que el soberano diera su fallo.

Tales autoridades y jueces “provinciales” iban una vez por año al Cusco, en el mes de Cápac-raimi (diciembre) a dar cuenta de sus gestiones y a saludar al sapainca. En sus sedes locales o llactas vivían como pequeños incas: lucían magnífica ropa, residían en buenos aposentos con servidumbre y varias esposas; practicaban la retribución de bienes y se les llevaba de un lugar a otro en andas. Por pertenecer a las castas superiores y ejercer tan importante cargo les daban el nombre de incas, y a cualquier mandato del tucricut se le reputaba como una resolución del mismísimo sapainca. Su insignia consistía en una mascaipacha y una vara de mando tan alta como la estatura de su portador.

Sin embargo todo eso no se cumplía al pie de la letra. Hubo momentos cruciales en que los soberanos confiaban más en sus yanaconas y sujetos de otras etnias  que en sus propios parientes y connacionales, quienes , en la vida diaria, mostraban ambiciones por mejores cargos. En la época de Huayna Cápac,v.g. se administró el territorio de Chachapoyas proveyendo como jefes máximos de ella a sucesivos yanaconas suyos, personas totalmente desvinculadas al linaje de los incas de sangre y de privilegio.

Por los demás , los tucricuts disminuían el poder de los señores locales. El Estado vigorizaba el gobierno de sus delegados adoptando el sistema decimal para la organización del ejército y las mitas. Al teniente del Tucricut se le decía Michoc.

Por su lado, aparte de los aposuyos y tucricuts, proliferaban una inmensa cantidad de funcionarios de menor categoría , como ya quedó enunciado y graficado en las láminas respectivas.

Extraído de:
Espinoza, W. (1997) La economía,  sociedad y Estado en la era del Tawantinsuyo, Amaru Editores, Lima
pp. 345-350


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Anthropology and Practice (Marco)

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