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Los desbordes prosísticos y fantasiosos en Su seguro servidor de Cristhian Briceño Ángeles

su seguro servidor

Por Francois Villanueva Paravicino

Cristhian Briceño Ángeles es un autor muy interesante. Basta leer sus dos últimas entregas ―Todo es demasiado, 2019; Su seguro servidor, 2021― para tener fe en ello. En efecto, desde La literatura en Alaska (2013), afianzado en Todo es demasiado (2019), y demostrado en Su seguro servidor (2021), que son sus tres libros de relatos ya publicados, su prosa se ha caracterizado de sinuosa, desbordante y trepidante, llena de escenas de gran emotividad y humor negro, de lugares sin espacio y sin contexto definido (a excepción, tal vez, de su primer cuentario), con situaciones al límite y en extremo extrovertidas.
“El lenguaje es la marca de un escritor”, contó Cristhian Briceño Ángeles en una entrevista a un diario nacional y, como él afirma, aquello destaca en sus creaciones, como si el narrador que cuenta aquellas historias de tinte fantástico y muy imaginativo se embriagara, se desbordara y se desconociera a sí mismo en su narración o, más precisamente, en su forma de narrar.
Algunos críticos han encontrado en Su seguro servidor (Seix Barral, 2021) el tema recurrente de la muerte o la presencia crucial de ella, y es cierto; porque el espíritu tanático es fundamental en los escritores que, como François Chateaubriand o, sin ir muy lejos, Borges, luchan contra la muerte a través de las bibliotecas, los libros y el conocimiento de la vida a través de las lecturas (Foucault dixit), solo con la finalidad de sobrevivir a su tiempo.
Por eso me sorprendió mucho, también en una entrevista, que Cristhian Briceño Ángeles haya afirmado que su literatura se nutre demasiado de la magia del séptimo arte, la pantalla televisiva y los productos tecnológicos; que, como enseñó un genio (David Foster Wallace), también es una influencia válida en la escritura literaria y en la literatura. Y se nota a leguas que Cristhian Briceño Ángeles ha aprendido mucho del autor de La broma infinita (1996).
Y aquella contradicción que siento es azuzada por la referencia, casi religiosa, que desenvuelve la pluma de Cristhian Briceño Ángeles en sus narraciones (también de modo principal en Su seguro servidor), con la presencia de citas y nombres de escritores de talla mundial (como Joseph Brodsky, Kafka, Donne, Tolstói, entre otros), que parecen convivir de forma especial con los personajes en los mundos postapocalípticos o atemporales de sus historias, con personajes al borde de situaciones límites.
En esta última entrega del mismo modo se siente que, como la cara de la otra moneda, el autor ha desarrollado y tratado de reconocer, a través de la ficción literaria, la importancia de los vínculos amorosos o familiares, amicales o laborales; es decir, sobre aquel lazo crucial que estrecha a las personas y los elementos más minúsculos pero importantes de la sociedad. Es como si Tánatos forjara en este libro, con el mismo ímpetu, a Eros, el sentimiento de la fecundidad, el bienestar y la felicidad.
Por ello, con el afán mimético de la literatura, aquellos caminos se difuminan, se cruzan y entrecruzan, compiten y coexisten en una realidad ficticia de forma caótica, compleja, a ratos patética y muy imaginativa y ocurrente, en cuyas escenas laberínticas (en los relatos más largos, pues existen también relatos de menos de cinco páginas) se enfrentan y se pierden los protagonistas.
Para mi gusto, los mejores relatos que disfruté fueron “Una temporada en el invierno” (una historia de encuentros y desencuentros en un mundo postapocalíptico), “Su seguro servidor” (una pieza que revela la fuerte carga capitalista y posmodernista del libro y, en general, de las influencias del autor) y “El corazón de los sencillos” (que, como Cristhian Briceño Ángeles señaló también en varias entrevistas, revela su conocimiento y apasionamiento por los temas bíblicos más centrales que, además, tienen fuerte presencia en esta entrega).
Ya decía el maestro Marco Aurelio Denegri (citando a otro crítico literario) que un cuento o un relato bien logrado y muy sentido puede justificar el agradecimiento y el respeto de un lector consumado al leer un cuentario; por ello, como vimos, Su seguro servidor está más que justificado y, así, coloca a Cristhian Briceño como un escritor consumado, que conoce muy bien el oficio que forja con pericia.
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Francois Villanueva Paravicino
Escritor (1989). Cursó la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Estudió Literatura en la UNMSM. Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022). Textos suyos aparecen en páginas virtuales, antologías, revistas, diarios y/o. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relatos (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Semifinalista del Premio Copé de Poesía (2021). Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.

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Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.