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Narrar para contar lo imposible imaginado en Sacrificios bajo la luna

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El libro de Francois Villanueva Paravicino retorna a un tópico clásico: la locura, la demencia, el delirio, la pesadilla y la muerte.

El arte de narrar supone un esfuerzo unido al talento que se irá perfeccionando con el tiempo. Es un hacer constante que deja en el camino algunas criaturas sin forma. Se habrá que dejar a la criatura al margen del monte para no volverlo a ver. El narrador es consciente que debe lanzar desde una peña a aquellas criaturas que no han alcanzado la forma deseada. Un cuentista lo sabe. En el lapso de tiempo de la creación un creador irá descartando formas, modos, personajes, ambientes, etc. Finalmente habría quedado solo una de sus criaturas: el cuento final. Narrar implica corregir y descartar para finalmente ver al acto creativo ya materializado. Eso lo ha logrado Francois Villanueva Paravicino en su nueva entrega: Sacrificios bajo la luna (Editorial Apogeo, 2022).

Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.

El cuento fantástico nos permite salir de la realidad, esa realidad que no gusta o que queremos arreglar. La desviación de la realidad supone contar con una imaginación productiva. Un autor no solo imagina esa realidad, sino que la vive, es un pequeño dios que moldea un mundo con muchos detalles particulares. La ficción debe ser asimilada por el lector, todo aquello que no es posible en este mundo palpable debe ser asumido por el lector. La vida como una posibilidad, lo imposible como una realidad forjada solo con palabras. Y Francois Villanueva Paravicino lo devela en su libro.

El trabajo sobre el lenguaje demuestra que un autor es competente para crear. El escritor es el modelador del lenguaje. El ritmo narrativo permite hacer verosímil una ficción. Escribir supone errar y acertar; es decir, uno no termina de escribir un texto literario. Una propuesta narrativa es un proyecto de escritura, es un sendero que poco a poco se va descubriendo. Aún el propio autor no puede estar seguro cuál es el camino que debe transitar. Tal vez solo sepa que debe caminar hacia la luz.

Sacrificios bajo la luna retorna a un tópico clásico: la locura, la demencia, el delirio, la pesadilla y la muerte. El autor nos presenta un espacio irreal. Nos sumerge en espacios de extrañeza con tintes decadentes. Las historias sonríen con los referentes literarios. Se aprovechan algunos momentos para dialogar con el saber literario. En otras palabras, descubrimos a un narrador que desea constar su conocimiento de lo literario. Se alude a las lecturas y algunos autores canónicos. El narrador nos permite suponer que su conocimiento literario es amplio. He ahí una de las virtudes del libro.

El narrador en primera persona nos hace participe cercano de las cosas que atestigua, muestra sus estados de  ánimo y algunos sobresaltos que nos hace recordar a narradores  como  Edgar  Allan Poe y Lovecratf : «Al verme debieron de  creer que yo había perdido el juicio y estaba del todo loco  de  remate», «Me  sentí   en una  cárcel  de  barras infranqueables y cadenas indestructibles», «Escuchaba mil voces en la  cabeza, que no dejaban pensar con claridad», «Me sentía embriagado, como si la cabeza enferma me girara en círculos de llamas ardientes».

Escribir está relacionado con el manejo del lenguaje para crear un mundo. Francois Villanueva ha logrado narrar historias con un lenguaje prudente, en donde las palabras no hacen ruido, en donde el ritmo permite leer las historias. Uno advierte que nos encontramos ante un autor que va consolidando su posibilidad creativa. Esto nos hace suponer que pronto veremos un libro que pueda materializar estos primeros pasos. Publicar es un ensayo de la gran obra maestra que gira en la mente del escritor.

De todos los cuentos del libro podemos afirmar que el más logrado es «El puente de los laberintos». Apreciamos a un joven narrador que tiene formación literaria y periodística. Ese mancebo contará lo acontecido con un pequeño niño. El relato va adquiriendo un tono policial y testimonial que atrae al lector: un niño y su hermana asesinados por un demente. Querremos saber las circunstancias, vamos enterándonos lo que sucede y vamos entiendo las circunstancias del crimen. Otro aporte del cuento es que se nos ubica en un espacio provinciano: Ayacucho. Los referentes nos ayudan a reconocer un espacio que nos hace pensar en espacios citadinos no capitalinos.

Se hace alusión al perfil bohemio de un grupo de jóvenes que poseen intereses literarios. Se realiza un juicio del valor sobre la actualidad y se intenta dar una explicación de la locura del loco «lele». Finalmente aparece el nuevo día y se vislumbra otro horizonte. En suma, estamos ante uno de los mejores relatos del libro.

Recomendamos echar una mirada por la imaginación de Francois Villanueva Paravicino, una mirada en la cual lo fantástico va cobrando forma. Un enfoque decadente que nos permite reflexionar sobre ese lado extraño del hombre. Esa locura que determina que somos seres unidos a ciertos comportamientos esperables, que existe en la condición humana un lado grotesco que también produce placer estético.

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Carlos Alberto Casas Quispe

Estudió Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Fue incluido en la Antología de El Taller de Poesía de la UNMSM (2014), publicó el libro de poemas Hada mandarina (2015), formó parte del libro titulado Amor y horror y otros placeres poéticos (2016), y es autor de Hermanos elfos (Editorial Amarte, 2023). Asociado a la AEDA (Asociación de Escritores de Ayacucho). Forma parte del grupo poético Pankara. Dedicado a la docencia preuniversitaria. Actualmente cursa estudios de posgrado en la Universidad Enrique Guzmán y Valle.