El inclasificable Jean Jacques Rousseau (1712-1778) escribió esta gran autobiografía (una de las inaugurales en la Literatura Universal) que son Las confesiones (en efecto, es la narración de su vida), cuya tercera parte se vio truncada con su fallecimiento antes de comenzarla pese a su promesa escrita de 1765 de narrarla. Es en esta obra monumental donde a mi parecer se testimonia límpidamente sus vicisitudes, sus pasiones, sus defectos, sus triunfos, sus desventuras, sus virtudes, sus entretenimientos, y lo cuenta, a través de la traducción de la edición de Clásicos que tengo, con una prosa fluida que transparenta su originalidad de pensamiento, su sabiduría benigna y contradictoria, su enigmático corazón, y la calidad de sus textos.
Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.
Comienza en sus años infantiles, donde se recuerda como un gran lector de textos clásicos antiguos y modernos, del que prefirió los de Plutarco, a quien dedica deliciosas líneas. El aprendizaje de ellos le llevó a condenar desde muy pequeño las injusticias de los tiranos y de las malas personas, formándole valores sólidos sobre la vida y la cultura. Ya en la adolescencia, fue consciente que dejó de leer a profusión, adquiriendo distintos oficios pasajeros, que le darían algunas aventuras y donde le nacerían los primeros ardores. Sin embargo, posteriormente se daría cuenta que la vida sin literatura, sin arte y sin ciencia, era insípida y aburrida, por lo que decidió volverse un hombre, quiérase o no, de la Ilustración.
Fue contemporáneo de Voltaire, Diderot, Montesquieu, Gabriel Bonnot, Condillac, Fontenelle, entre otros ilustres personajes, con quienes en algunas ocasiones y casi al final de su vida habría fuertes discrepancias, ya por envidias o ya por divergencias ideológicas. Desde joven se formó un carácter solitario, y sobre su memoria literaria afirmaría que recordaba mejor las cosas una vez pasado el tiempo de transcurridas. En algunos pasajes de Las confesiones, Rousseau cuenta que sufrió delirios por la situación coyuntural adversa que le tocó vivir, lo que me llevó a pensar en algún mal emocional de su autor.
Se apasionó por la música, por la literatura, por la política, por la educación, y al final de su vida, por la botánica, y sus memorias lo muestran como un hombre humilde y sabio. Sufrió traiciones, hipocresías, plagios, desamores, exilios, envidias, enfermedades, y aun así su lucidez nunca desmaya en sus escritos, aunque escriba con dolor. La publicación de Emilio o la educación llegó casi en los últimos años de su vida, y pese a que la consideraba su mejor obra, nunca alcanzó el éxito de sus trabajos anteriores, y, por el contrario, le ocasionó serios problemas de convivencia. Ahí explicaría que más vale la expresión que la represión en la educación de los niños. Poco tiempo después, esa obra se forjaría como un clásico.
El autor de El contrato social y Julia exhortó en sus memorias para que estas sean publicadas póstumamente después de su muerte, pues quería evitar que sus coetáneos rivales, todos ellos de diferente ideología, la leyesen y la destruyan maldiciéndole, y así lo obedecieron sus editores y lo publicaron unos años más tarde. Algo que me llamó mucho la atención fue que Rousseau desde el inicio de Las confesiones está convencido que cuenta solo la verdad, lo verdadero, y que no miente en nada, e incluso asevera que de ninguna manera trata de justificarse. Es decir, lo escribió con el corazón y la memoria en sus manos buscando solamente lo verdadero. Pese a que nosotros, los escritores, sabemos que eso casi nunca sucede.
Este libro lleno de conflictos morales y emocionales de su autor, serviría de base para el Romanticismo posterior por su fe en la libertad individual del hombre. Su autor ya había expuesto en su Discurso sobre el origen de la desigualdad en el hombre, que la civilización, la ciencia, el arte y las instituciones habían corrompido los valores morales de la humanidad, y resaltó que el estado natural o primitivo era superior a ellos.
Francois Victor Villanueva Paravicino
(Huamanga, 1989)
Bachiller en Literatura por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Actual miembro de la Asociación de Escritores de Ayacucho (AEDA). A los 18 años quedó finalista del “I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América: los jóvenes cuentan”. El 2013 fue antologado en el libro Recitales “Ese Puerto Existe”. Muestra poética 2010-2011. El 2017 publicó su primer libro Cuentos del Vraem. Tiene diversas publicaciones literarias en antologías, revistas y diarios. Su poemario El cautivo de blanco es su segunda entrega. Actualmente cursa la maestría de Escritura Creativa de la UNMSM.