Supuestamente, el calendario maya predice que el fin del mundo o algo así como significativo ocurrirá el 21 de diciembre de 2012. Esto se basa en el hecho de que el calendario maya termina exactamente en esa fecha. La conclusión es que los antiguos mayas no proyectaron su calendario más allá de esa fecha, lo que ilustra que algo no tiene sentido porque más allá de esa fecha, no habría ningún uso para el calendario porque de lo contrario, el mundo habría terminado.
Considero esto infundado al menos en dos motivos: el sentido común y la credibilidad de la fuente de la profecía. Sobre la base del sentido común, es cierto que los astrónomos mayas que calcularon el calendario tendrían que terminar en alguna parte de su cálculo. En teoría, podrían haber continuado y calculado un calendario de un millón de años. Pero, ¿harían eso? Eso hubiera sido poco práctico y una simple pérdida de tiempo y esfuerzo. Simplemente tenían que detenerse en alguna fecha y resultó ser una fecha correspondiente al 21 de diciembre de 2012 en nuestro calendario moderno. Podría haber sido el 11 de enero de 2014, el 30 de noviembre de 2016 y cualquier otra fecha de su elección. Si los astrónomos mayas detuvieron su calendario proyectado el 30 de noviembre de 2016, supongo que los profetas del día del juicio final ya habrían dicho que el fin del mundo será el 30 de noviembre de 2016.
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En segundo lugar, ¿qué credibilidad tienen los mayas? tener en primer lugar? Tenían una civilización degenerada caracterizada por guerras tribales genocidas y sacrificios humanos como parte de su culto religioso. Estos probablemente contribuyeron a su destrucción completa. Simplemente desaparecieron de la historia. Si los mayas ni siquiera podían predecir la desaparición completa de su cultura y civilización, ¿por qué los describirías con la capacidad de predecir el futuro del mundo?
A pesar de esto, sin embargo, la sensación de presentimiento es algo muy difícil de erradicar específicamente en estos tiempos cuando nos enfrentamos con muchas incertidumbres sobre hacia dónde se dirige realmente el mundo. Considere el impacto del cambio climático, por ejemplo, y cómo afectará a la tierra en las próximas décadas. Considere la posibilidad no tan remota de que uno de estos días, un cometa gigante o un meteoro pueda simplemente golpear la tierra con devastadoras consecuencias. Todos estos son hechos o posibilidades científicas y no podemos descartar la posibilidad de que, de hecho, el fin del mundo tal como lo conocemos no sea un potencial lejano.
Atado con el escenario científico es el hecho curioso de que un buen número de profecías están afirmando el fin del mundo, en algún lugar en el futuro cercano. En primer lugar, entre estas profecías no es menos que la muy esperada segunda venida de Cristo entre los cristianos, que se supone que debe ir acompañada de trastornos mundiales, un evento que también se puede equiparar al «fin del mundo».
¿Qué pasa si al final, todo lo anterior se conjuga y, de hecho, ahora estamos en una cuenta atrás para algo grande y estremecedor que podría suceder pronto cuando nos acercamos al 21 de diciembre de 2012? Bueno, no hay mucho que podamos hacer al respecto. Pero es algo bueno que hay que tener en cuenta y estar psicológicamente preparado para lo que venga en esa fecha.