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Etnografía Feminista: Pensando a Través de Metodologías, Retos y Posibilidades (Reseña)

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Libro escrito por Dána-Ain Davis y Christa Craven

Publicado por : Lanham, Maryland: Rowman & Littlefield, 2016, 195 pp.

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Autor: Marco (Anthropology and Practice). Aprende más sobre mi y estate al tanto de mis publicaciones en Instagram.

Autora de esta reseña: Robin Valenzuela

Texto cuidadosamente construido Dána-Ain Davis y Christa Craven ofrece una introducción completa, centrada en el estudiante a etnografía feminista, incluyendo la historia, tendencias, debates, métodos y epistemologías que la constituyen. Basándose en el concepto de Gloria Anzaldúa del “choque de Naciones Unidas”, Davis y Craven presentan salientes tensiones y contradicciones en el pensamiento feminista, posicionándolos como “el trabajo del feminismo” (2). Así, los estudiantes no solamente exponen a los múltiples enfoques que comprenden la producción, la praxis y la teoría feminista, pero también tienen el reto de contribuir con sus propias respuestas críticas. Para facilitar esto, Davis y Craven suplemento cada capítulo con tres diferentes elementos: focos, Essentials y pensar a través de. Mientras que los proyectores de perfil una variedad de etnógrafos contemporáneos y sus obras, característica esencial extractos de textos canónicos que han influido en etnografía feminista. Pensando a su vez, a través de actividades, que van desde proyectos pequeños de investigación participación en convocatoria pública, animar a los estudiantes a moverse más allá del texto y aplicar conceptos feministas con mayor profundidad. Por ejemplo, una actividad pide a los estudiantes investigación WikiProyectos relacionados con estudios de género o feminismo y editar artículos incompletos o de baja calidad. Actividades como ésta podrían servir como tareas individuales o de colaboración dentro de una clase de pregrado o proseminario. Esta adaptabilidad constituye una de las mayores fortalezas del libro.

Davis y Craven dividen el libro en ocho capítulos, el primero de ellos ofrece una breve historización de “las olas” del feminismo, así como un resumen de los métodos etnográficos. Para ellos, etnografía feminista puede ser caracterizado como una “sensibilidad feminista”, un “compromiso de prestar atención a la marginalidad y los diferenciales de poder,” y el objetivo de producir beca “en tanto tradicionales como experimentales formas… que puedan contribuir a movimiento de construcción y estar al servicio de las organizaciones, personas, comunidades y temas estudiamos”(11). Para ilustrar esto, incluyen focos con etnógrafos como Cheryl Rodriguez, Talisa Feliciano, Scott L. Morgensen y Gayle Rubin. También incorporan extractos de obras como la declaración de Seneca Falls de 1848 de sentimientos, la declaración colectiva del río Combahee y “Debajo de Chandra Mohanty de ojos occidentales revisitado.” El capítulo concluye con una descripción de liberal, radical, cultural, marxista, socialista, negro, feminismo transnacional y postmoderno “Tercer mundo”.

El segundo capítulo sigue a trazar la trayectoria histórica de la etnografía feminista, comenzando con sus primeros colaboradores. Davis y crédito Craven mujeres como Matilda Cox Stevenson, Alice Fletcher, Elsie Parsons de ovillos y Daisy Bates como pioneros en el campo, a pesar de la falta de reconocimiento que recibieron de sus contemporáneos masculinos. El capítulo presenta entonces una cuenta periodizada de etnografía feminista, destacando aportaciones fundamentales y trayectorias en el campo. Aquí, Davis y Craven están atentos a las formas en que raza crítica y estudios étnicos, interseccionalidad y teoría queer han informado de la actualidad. Extractos de Zora Neal Hurston mulas y hombres, Esther “Demasiado Queer de la Universidad,” de Newton y Gina “Metodológica regalos” de Peréz son un ejemplo de esto.
Enfoque sobre los desafíos éticos y debates emergentes en etnografía feminista en capítulos tres y cinco. En el capítulo tres, Davis y Craven plantean cuestiones sobre la relación del investigador con los informantes. ¿Debe el investigador un “insider” o un “forastero”? ¿Qué ventajas o desventajas se asocian a cada puesto? ¿Dado el inherente poder dinámico entre investigador y el informante, etnografía nunca realmente puede feminista? ¿Puede mitigar el activismo o la contratación diferenciales de poder? Si es así, ¿en qué medida deben etnógrafos feministas implicarse en las luchas sociopolíticas de sus informantes? Junto a estos dilemas fundamentales, Davis y Craven incorporan las voces de etnógrafos como Judith Stacey, Shannon Speed, Sara Ahmed y Lynn Bolles, que han expuesto sus posiciones dentro de estos debates.

En una vena similar, capítulo 5 señala los problemas logísticos y éticos asociados con etnografía feminista, especialmente las relativas a la política global de movilidad. Como explican Davis y Craven, la globalización ha problematiza sola, “limita las comunidades” como el objeto por excelencia de estudio. En consecuencia, etnógrafos feministas deben enfrentarse a retos asociados con los marcos temporales y espaciales que estructuran la investigación. Además, los etnógrafos deben lidiar con cambio de diferenciales de poder entre el investigador y el informante. Citando la obra de Laura Nader, Karen Ho y otros, revisión de Davis y Craven intenta “estudio a” — para centrarse menos en las comunidades marginadas y culturas encendidas más de la riqueza (105). Aquí, los estudiantes se solicita considerar los desafíos que pueden surgir al criticar los sistemas de potencia. ¿Pueden etnógrafos ofrecen perspectivas críticas sin ser silenciado o demandado?

Los capítulos restantes examinarán diversos métodos y formas de producción de conocimiento asociado con etnografía feminista. Davis y Craven destacan métodos de acción participativa y el activismo político. También destacan el potencial creativo de la producción de conocimiento feminista a través de las artes visuales, cine, poesía o ficción. Para ellos, el futuro de la etnografía feminista reside en su capacidad de repensar y reformular paradigmas existentes, no sólo por elevables diferentes voces, sino por experimentar con nuevas herramientas analíticas, metodológicas y epistemológicas. El libro concluye inspirando a los estudiantes a inventar nuevos procesos, prácticas y productos que avanzan política feminista.

Robin Valenzuela es estudiante de doctorado de tercer año en el Departamento de Antropología en la Universidad de Indiana en Bloomington. Su tesis serán explorar las experiencias de las madres mexicanas en separación de la familia transnacional y los casos de reunificación entre México y los Estados Unidos. En particular, ella está interesada en las conexiones entre la crianza de los hijos, ciudadanía, securitización y derechos humanos.

Extraído de: http://afa.americananthro.org/book-review/feminist-ethnography-thinking-through-methodologies-challenges-and-possibilities/ (original en inglés)


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Anthropology and Practice (Marco)

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